—¡Que te jodan!
Xiao Yi, con una sonrisa fría y aterradora en su rostro y ojos que parecían capaces de penetrar el alma de una persona, miró fijamente a Bai Xue.
Este rugido bajo, como un trueno, era ensordecedor.
Hizo que la expresión de todos en el salón cambiara.
Especialmente Bai Xue...
Ella soportó la primera carga de ello.
Bajo la intensa mirada de Xiao Yi, Bai Xue tembló en todo su cuerpo, grandes gotas de sudor frío goteaban. Sus labios se volvieron pálidos, queriendo evitar su mirada pero encontrando que su cuerpo parecía haber sido afectado por el Hechizo de Ligadura, incapaz de moverse.
Yang Kun fue el primero en volver a la realidad, su rostro oscuro como una nube de tormenta, los dientes apretados mientras gritaba:
—Xiao Yi, ahora la evidencia es irrefutable, pero te niegas a confesar. Incluso te atreves a ser tan insolente, ¿realmente crees que no te mataré?
Sun Yao también se dio cuenta, su rostro feroz: