CAPÍTULO 55

Tomó varios minutos para que la llamada se conectara. Una voz adormilada e irritada se escuchó al otro lado, quejándose entre bostezos.

—¿Qué pasa? ¿No sabes que trabajo toda la noche? Acabo de quedarme dormido hace poco.

—Lo siento —dijo Zoe con una risa nerviosa—. No estaría llamando si no fuera una emergencia.

—¿Qué tipo de emergencia podría tener una joven rica como tú? —La voz al otro lado sonaba sorprendida.

—Mi computadora fue infectada con un virus anoche. Se bloqueó de repente, y pasé toda la noche tratando de arreglarla, pero nada funcionó. No tuve más remedio que llamarte para pedir ayuda —dijo Zoe, su voz una mezcla de angustia y vergüenza.

—¿Pasaste toda la noche intentándolo y ni siquiera pudiste hacerla arrancar? —La voz en la línea ahora sonaba incrédula—. ¿Realmente eres mi aprendiz si no puedes manejar algo tan básico?

Zoe explicó rápidamente: