El tenue resplandor del amanecer se filtraba a través de las cortinas, proyectando una suave luz por toda la habitación. Chen Lin se despertó, parpadeando para quitarse el sueño de los ojos. Wu Yuxuan seguía profundamente dormido al otro lado de la cama, con una respiración lenta y constante.
Con cuidado de no despertarlo, se deslizó fuera de la cama y caminó descalza hasta la cocina. Su estómago gruñó suavemente mientras abría el refrigerador, solo para encontrarse con un interior casi vacío.
Una caja de huevos, algunas verduras marchitas y un pequeño paquete de fideos le devolvieron la mirada.
—Bueno... esto tendrá que servir —murmuró Chen Lin para sí misma.
Se ató el pelo en una coleta despeinada, se arremangó la camisa y se puso a trabajar. El leve chisporroteo de los huevos al caer en la sartén llenó el silencio del apartamento. Se movía rápidamente, cortando verduras y removiendo fideos, decidida a hacer algo decente con los escasos ingredientes.