Wu Yuxuan no pudo evitar reírse al ser considerado como «arma secreta».
—De acuerdo, si tú lo dices. Te esperaré en el estacionamiento.
Chen Lin lo miró, sus labios curvándose en una pequeña sonrisa.
Ella apreciaba cómo él nunca cuestionaba sus planes, siempre confiando en que ella hiciera las cosas a su manera.
Mientras Wu Yuxuan detenía el coche a poca distancia de la entrada, Chen Lin hizo una pausa, volviéndose hacia él.
Antes de que pudiera reaccionar, ella se inclinó y le dio un ligero beso en la mejilla.
—Gracias —dijo suavemente, su voz llevando una rara nota de sinceridad.
Wu Yuxuan parpadeó, momentáneamente aturdido. Pero la leve sonrisa que tiraba de sus labios delataba sus pensamientos.
—Cuando quieras.
Sin decir otra palabra, Chen Lin abrió la puerta y salió, cerrándola detrás de ella en un fluido movimiento. Enderezó su postura, su expresión cambiando inmediatamente a una de fría compostura mientras comenzaba a caminar hacia la entrada del hospital.