Chen Lin enderezó su postura, su expresión endureciéndose, su decisión clara. Yan Li había tomado su elección, y ella ya no estaba dividida.
El deseo de reconocimiento, del poder que siempre se le había escapado, superaba el miedo de lo que podría costarle.
La determinación silenciosa en su mirada contaba la historia —Yan Li había cedido a sus propios deseos, dejando atrás a la hermana inocente que una vez se había preocupado tanto.
Chen Lin se alejó lentamente del espejo, cada paso con propósito, su lenguaje corporal encarnando la transformación de Yan Li.
El momento de duda había pasado.
Ya no era el peón pasivo —ahora estaba en control, y el camino por delante era uno que ella había elegido.
No había vuelta atrás.
El juego había cambiado, y Yan Li estaba lista para tomar su lugar en él.
Con un último respiro para estabilizarse, Chen Lin caminó hacia adelante, cada paso resonando con la recién descubierta confianza de su personaje.