En cambio, exhaló lentamente, obligándose a esbozar una sonrisa burlona.
—¿Crees que será tan fácil llevarte a mi abuelo? —dijo, con voz suave y firme—. Liu Yanmei, puede que tengas la lástima de mi padre, pero no confundas eso con poder. ¿Crees que soy yo quien no tiene nada a lo que aferrarse? Mírate a ti misma.
La sonrisa burlona de Liu Yanmei vaciló ligeramente.
Chen Lin continuó:
—Te estás aferrando a las cosas que yo dejé ir. Wu Changming. Mi padre. Un título que no significa nada sin la fuerza para respaldarlo. Y ahora, ¿crees que también puedes llevarte a mi abuelo?
Dejó escapar una suave risa burlona.
—¿Te das cuenta de lo patética que suenas?
Liu Yanmei se tensó, su expresión se torció.
—¿Patética?
Chen Lin dio un paso adelante esta vez, su presencia imponente, inquebrantable.
—Sí. Porque no importa cuántas cosas me quites, nunca será suficiente, ¿verdad? Porque en el fondo, sabes que nunca serás yo.
Los ojos de Liu Yanmei destellaron con algo oscuro.