—Jaja...
Una risa salvaje resonó mientras un hombre envuelto en túnicas negras apareció como un espectro, aterrizando junto a Shi Yongchang mientras observaba a Xiao Chen.
—Shi Yongchang, ¿te has tomado tantas molestias para pedirme que actúe, solo para lidiar con él?
—No te dejes engañar por su juventud —dijo Shi Yongchang—, su fuerza está sin duda en el Reino Innato. Solo, apenas puedo enfrentarme a él. Para matarlo, debemos unir fuerzas.
—¿Es así?
La mirada del emisario de túnica oscura era siniestra mientras miraba fijamente a Xiao Chen.
—Muchacho, tengo curiosidad sobre cómo alguien tan joven como tú cultivó hasta el Reino Innato. ¿Podría haber algún atajo?
—Tengo un atajo —respondió Xiao Chen con indiferencia—, pero alguien tan tonto como tú no podría aprenderlo!
—¡Hmph, tengo que admitir que eres bueno hablando! —gruñó el emisario con desagrado en su tono.