El repentino giro tomó a Xiao Chen por sorpresa.
La herida de garra que recibió la mujer de blanco fue, de hecho, la más fuerte y aterradora, infligida en la ira de la criatura, resultando en lesiones graves.
Si no se atendía con prontitud, su vida podría estar en riesgo.
Pero en una situación tan desesperada, ella logró matar a la criatura con un solo golpe de espada, lo que fue realmente teatral.
—Esa espada...
La mirada de Xiao Chen se fijó en el destello cian que atravesaba el cuerpo de la criatura.
Era una Espada Divina de color cian, de tres pies de largo, con una hoja delgada y afilada, y emitía tenuemente un resplandor divino que ahuyentaba a los espíritus malignos.
La mujer de blanco, al ver al monstruo muerto, suspiró aliviada, como si se hubiera quitado un gran peso de encima, y, agotada, se desplomó en el suelo.
Sin embargo, todavía logró reunir el último resto de sus fuerzas y recuperó la Espada Qiushui en su mano.