Marion intervino rápidamente.
—Richard, gracias por venir. Por favor, pasa —dijo.
Richard entró, y la atmósfera en la habitación cambió. La conversación se tornó trivial, pero podía sentir la tensión subyacente. Cada palabra, cada gesto, parecía ser una prueba para descubrir lo que yo podría estar ocultando.
En un momento, Richard se inclinó un poco demasiado cerca.
—Sabes —dijo en voz baja—, hay rumores circulando sobre ti. Dicen que no eres quien afirmas ser.
Sus ojos se clavaron en los míos, y sentí como si estuviera tratando de ver a través de los muros que había construido alrededor de mi pasado.
Sostuve su mirada con firmeza.
—Te aseguro que soy exactamente quien digo ser —respondí con firmeza, aunque mi voz tembló ligeramente.
Richard se rio suavemente, un sonido que me hizo estremecer.
—Ya veremos, ¿no? —murmuró.