—¡Traigan refuerzos! —gruñó el Alfa Gregorio mientras él y su Beta, Nate, comenzaban a organizar a sus guerreros para buscar a Rosa.
—Pensé que no se atreverían a hacer una jugada tan sucia contra nosotros, pero parece que me equivoqué —dijo Nate mientras examinaba el mapa del área de la manada.
—Quien sea que esté detrás de esto pagará con su vida —dijo Gregorio apretando los puños, pero mirando a Nate y viendo lo asustado que está, solo pensando que podría perder a su única hija, Gregorio dice:
—La encontraremos, Nate. Te lo prometo.
—Simplemente no lo entiendo. Debe estar cerca si escuchamos su aullido. ¿Quién demonios se atrevería a seguirla hasta aquí, en medio de nuestro territorio y cazarla herida? —y Nate solo mira a los ojos de Gregorio—. ¿Quién querría lastimar a mi niña?
Ni siquiera termina lo que estaba diciendo cuando Kate estalla en lágrimas.
—Cariño, lleva a Kate a su habitación —dijo Gregorio y acercándose a la madre de Rosa dijo: