(Dos días después)
—¿Qué demonios debería comprar? —preguntó Rosa, mirando alrededor a todos esos hermosos escaparates—. ¿Realmente no tengo idea de qué regalo preparar para ellos? —dijo caminando por los pasillos del centro comercial.
Buscó durante más de dos horas pero aún así, carece de ideas. El problema es que los chicos son tan diferentes que no puede encontrar ese regalo perfecto que satisfaga a los tres.
Henry es el chico dulce y elegante, un romántico, pero Mike es el deportista. Y Jesse... Oh, Diosa. Él es el más difícil. A veces Rosa piensa que nada le complace y siempre tiene algo que comentar.
—¡Ayúdame, Ángel! —exclamó Rosa—. Ya estoy cansada y esta noche debo tener el regalo perfecto.
Pero Ángel es solo una loba traviesa y al escuchar la forma en que Rosa se queja, dice:
—¿Sabes qué? —e intenta contenerse de reír—. Creo que vi algo antes.