Capítulo 23 ¡Aceptamos!

Tan pronto como vieron a esa mujer descendiendo del cielo, bajo los rayos de la luna, los trillizos se calmaron. La mujer no era joven, tal vez en sus treinta y tantos años. No necesitaban que nadie les dijera que era un ser místico, porque su apariencia era tan irreal que simplemente quedaron mudos.

Era alta y delgada, con una estructura corporal perfecta.

Nunca en este mundo habían visto tal perfección. Su piel era blanca como la porcelana y resplandecía. Sus ojos azul plateado eran como hielo y casi atravesaban sus cuerpos cuando los miraba, haciéndoles comprender que estaban en presencia de una criatura divina.

También tenía unos labios rojos y carnosos en perfecto contraste con el resto de su apariencia. Cabello blanco y largo y un vestido largo y resplandeciente blanco.