Capítulo 50 Un intento desesperado

—¡Mierda santa! —dijeron Rosa y Ángel mientras miraban el enorme pene de Jesse.

—Rosa —dijo Ángel—. Parece incluso más grande de lo que recuerdo —y su corazón se asustó.

—Necesito una excusa, Ángel. Ayúdame —dice mientras sus ojos se salen de su cabeza porque todo lo que ve es ese pene enorme, grueso y delicioso que se mueve de lado a lado mientras Jesse viene en su dirección.

—Dile que tienes hambre, que no has comido desde el desayuno y que no tienes suficiente energía —dice Ángel.

—Sí, Ángel, claro y él me creerá. Como si no estuviera oliendo a Mike, quien acaba de hacer que me corriera en su cara. Toda la habitación huele a mi excitación.

—Entonces deja que nos folle y ya está. Moriremos con el estómago vacío pero satisfechas con el pene más grande en el mundo de los hombres lobo.