Capítulo 50: Poderes Desatados

Las marcas negras que subían por los brazos de Elara de repente ardieron con fuego plateado. El dolor atravesó su cuerpo como un relámpago, pero algo más vino con él—poder. Poder crudo y antiguo que hizo que le dolieran los dientes y su visión se nublara.

—¡Elara! —Kael extendió la mano hacia ella, pero ella levantó una mano para detenerlo.

—No me toques —jadeó—. Algo está pasando.

Lydia Ravenclaw se rió, un sonido como vidrio roto.

—Oh, pequeña omega. No tienes idea de lo que has despertado —sus perros de ojos rojos comenzaron a acercarse—. Esa marca no es solo un vínculo. Es una llave.

—¿Una llave para qué? —insistió Darian, pero Lydia lo ignoró.

—Maten a los trillizos primero —ordenó a su manada—. La chica viene conmigo viva.