—Voy a buscar a las manadas antiguas —anunció Ronan, sus ojos verdes ardiendo con determinación—. Alguien tiene que encontrar lobos que todavía crean en la profecía.
Elara agarró su brazo, su poder plateado parpadeando ligeramente.
—Es demasiado peligroso. Esas siete cosas en el cielo...
—Llegarán estemos preparados o no —la interrumpió Ronan amablemente—. Pero si puedo traer aliados que recuerden las viejas costumbres, podríamos sobrevivir.
Kael dio un paso adelante, su rostro sombrío.
—Los Territorios del Norte están a tres días de distancia. Las manadas antiguas de allí no han hablado con extraños en décadas.
—Perfecto —dijo Ronan con una sonrisa salvaje—. Son exactamente quienes necesitamos.
Darian frunció el ceño.
—¿Y si se niegan a ayudar?
—Entonces les haré entender —respondió Ronan, su voz llevando ese filo peligroso que lo hacía el más temido de los trillizos en combate.
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