—¡Tenemos que volver a la Tierra ahora! —gritó Elara, observando con miedo cómo la Diosa de las Sombras levantaba sus manos hacia su indefensa manada. Pero el Vacío se estaba desmoronando a su alrededor, la realidad agrietándose como espejos rotos. A través de las grietas, podían ver su mundo oscureciéndose por segundos.
—Las barreras entre dimensiones están fallando —dijo Marcus tristemente—. Estamos atrapados.
—No lo estamos —dijo Kael con firmeza. Sus ojos dorados brillaban con nueva confianza—. Elara, ¿recuerdas lo que dijiste sobre crear tus propias reglas?
Ella asintió, su fuego plateado ya comenzando a arder con más intensidad.
—Entonces rompamos algunas leyes cósmicas —dijo con una sonrisa llena de confianza de Alfa.
Kael tomó su mano, y de repente su vínculo de pareja cobró vida. Pero esta vez era diferente. Más fuerte. La lucha con la Primera Oscuridad había cambiado algo fundamental entre ellos.