La luna de sangre bañaba todo con una luz roja mientras Elara permanecía de pie en medio del territorio de Blackwood.
Su poder plateado pulsaba a su alrededor como un latido, intentando sanar la tierra que moría bajo sus pies. —No está funcionando —jadeó, con el sudor goteando por su frente.
—Algo me está bloqueando. —La mano de Kael encontró su hombro—. La Primera Manada está envenenando todo lo que toca.
Tu salud no puede seguir el ritmo. —A través de su Vínculo Cuádruple, ella sintió el agotamiento de sus amigos. Habían estado luchando durante tres horas seguidas, y el enemigo seguía llegando. Oleada tras oleada de extrañas criaturas que no deberían existir. —Necesitamos retirarnos —dijo Darian, con su visión de la verdad parpadeando débilmente.