—¿T-Tú lo sabes? —escupí con incredulidad—. ¿Desde hace cuánto que lo sabes?
No podía mirarme a los ojos. Suspiró.
—Me enteré hace unos meses, antes de nuestro cumpleaños. Lo descubrí por completo por accidente. Lamento no habértelo dicho antes, Hazel.
Solo pude mirarlo en estado de shock.
—No puedo creer esto —murmuré—. ¡Lo sabías! Tú, de todas las personas, sabías cuánto me afectaba. ¡Cuánto me molestaba!
Parecía afligido.
—Lo siento, Hazel.
Respiré profundamente.
—Déjame preguntarte esto. Si no te hubiera preguntado, ¿alguna vez habrías pensado en decírmelo? —pregunté.
Se quedó en silencio. Apartó la mirada, evitando mis ojos. Y fue entonces cuando lo supe. Nunca me lo habría dicho. Su traición resonó en mi cabeza como una alarma.
—Hazel, puedo solo... —comenzó a decir.
Lo interrumpí.
—¿Quién más lo sabe? —exigí.
—Hazel... —murmuró, haciendo una mueca.
—Te hice una pregunta. Respóndeme. ¿Quién más lo sabe? —repetí bruscamente.