(Advertencia: Este capítulo contiene contenido explícito y está destinado a lectores adultos.)
—¿Qué pasa, pequeña compañera? Dime qué quieres.
El alcohol zumbaba por mi sistema, haciendo que mis inhibiciones se derritieran como hielo bajo el calor del verano. Alcé la mano, entrelazando mis dedos en el cabello oscuro de Lucas, acercando su rostro al mío.
—Te quiero a ti —susurré, con mi voz más ronca de lo habitual—. Todo de ti.
Una sonrisa lobuna se extendió por su rostro, una visión poco común.
—Estás borracha, pequeña compañera.
Hice un puchero, presionando mi cuerpo contra el suyo.
—No tan borracha. Solo... valiente.
Lucas se rio, el sonido vibrando a través de su pecho hasta el mío.
—¿Así es como lo llamamos?
—Mmhmm —murmuré, deslizando audazmente mis manos bajo su camisa, sintiendo las duras líneas de sus abdominales. El alcohol me había dado una confianza que nunca antes había experimentado—. Valor líquido.