WebNovelfútbol13.33%

Capítulo 2 – Enero de 2006: Sudor, táctica y camaradería

---

Capítulo 2 – Enero de 2006: Sudor, táctica y camaradería

El calor de Asunción no daba tregua. Ni siquiera eran las ocho de la mañana y ya estábamos todos empapados de sudor. El segundo equipo de Cerro Porteño había comenzado su pretemporada formal hacía un par de días, pero hoy era la primera sesión táctica seria. El cuerpo técnico armó el entrenamiento completo: calentamiento físico, trabajos con balón, líneas de presión, y juego reducido.

Para mí, era otra oportunidad más. No solo para mostrar que algo había cambiado desde el año anterior, sino para imponerme desde ya. Porque sí, este cuerpo ya era titular, pero ahora estaba decidido a ser inamovible. Que ni se les pasara por la cabeza dejarme fuera del once.

El profe Gómez organizó una charla en el vestuario antes de salir a la cancha. Era un tipo de voz firme, algo bajo pero con mirada de tigre. Tenía ese acento paraguayo tan particular que ya se me hacía familiar.

—Escúchenme bien, muchachos —dijo, marcando cada sílaba como si fuera una orden—. Esta no es una temporada cualquiera. Cerro tiene planes pa' todos, pero el que no se rompe el lomo, no sube. Así de sencillo.

Miró alrededor y sus ojos se posaron un instante en mí. Fue breve, pero lo noté. Algo en mi forma de moverme, o en la energía que transmitía, le llamaba la atención.

—Y vos, Matí —añadió de golpe, sin que nadie lo esperara—. Te vi enchufado estos días. Seguí así. Hoy quiero verte fino en la presión, ¿entendés?

—Sí, profe —respondí, con una pequeña sonrisa. Me sentí observado, pero no intimidado. Al contrario, me daba gasolina.

---

La práctica fue exigente. Nos dividieron en dos equipos para un once contra once táctico. A mí me colocaron de extremo derecho como siempre, con libertad para flotar por dentro. Enfrente tenía a Diego "el Zurdo" Acosta, lateral izquierdo fuerte, áspero, con fama de ir duro a los cruces.

—Hoy no te me vas, Mati —me dijo al oído antes del pitido inicial—. No sé qué andás tomando, pero hoy te bajo.

Le sonreí con ironía. "No lo vas a lograr", pensé. No lo dije en voz alta. Todavía no.

La jugada comenzó desde el fondo. Nuestro arquero jugó corto con el central, que abrió rápido hacia el volante derecho. Yo me adelanté en velocidad, pidiendo la pelota con un grito seco. El pase llegó raso, fuerte. La paré con la zurda, giré de primera con un movimiento limpio y lo dejé a Acosta descolocado. Aceleré, me lo quité de encima. El profe gritó desde la banda:

—¡Bien, carajo! ¡Eso, eso quiero ver!

Llegué al borde del área, enganché hacia dentro y rematé con derecha. Gol. Seco, cruzado, sin opción para el arquero suplente.

El grito de gol fue breve, contenido. Me limité a mirar el cielo un segundo. Luego, volví al trote mientras los compañeros me palmaban la espalda.

—¡Estás poseído, hermano! —bromeó Roque, corriendo a mi lado—. Ni un resfrío te frena ahora.

—Algo así —le respondí con media sonrisa, sin decir más. Nadie entendería la verdad, claro.

---

En el descanso, el profe me llamó aparte.

—Che, Matí. ¿Sabés qué es lo que más me gusta de vos ahora?

—¿Qué cosa, profe?

—No es solo que estás más rápido, más fuerte. Es que pensás mejor. Estás un paso adelante.

Le devolví una mirada agradecida. No le podía explicar que, en otra vida, pasé décadas analizando fútbol como fanático. Vi más de mil partidos, leí libros de táctica, memoricé movimientos de jugadores top. Ahora, tenía el cuerpo para ejecutarlos.

—Gracias, profe. Me estoy concentrando más.

—Seguí así. No aflojés.

---

Después del entrenamiento, algunos chicos se quedaron pateando penales por diversión. Yo me acerqué a un grupo donde estaba Roque, el central con el que mejor me llevaba hasta ahora.

—Che, Mati —me dijo, tirado sobre el pasto con una botella de agua en la mano—. ¿Siempre fuiste así de zurdo?

—¿Así de qué?

—Y, de zurdo. Te vi meter pases con la izquierda como si nada. Antes no eras tan parejo con las dos.

—Ah… estoy practicando más —mentí con naturalidad—. Me ayuda en el uno contra uno.

—No te va a durar mucho acá abajo, hermano. El profe te va a subir pronto.

—Eso espero.

—¿Y vos qué querés? ¿Llegar al primer equipo nomás?

Me quedé pensando. Era el momento perfecto para soltar mi ambición.

—Quiero debutar en Primera. Ganar títulos. Ir a la selección. Y después... que me fiche el Real Madrid.

Roque silbó, impresionado.

—¡Ijá! ¡Vos no venís a joder, eh!

—No vine a quedarme, Roque. Vine a trascender.

Se quedó mirándome un instante, y después soltó una risa.

—Mba'e piko... me gusta. Así se habla.

---

Esa noche, de vuelta en el orfanato, escribí todo en mi cuaderno. El gol en el entrenamiento. El elogio del profe. La conversación con Roque. Cada paso era una pieza del plan. Sentía que el cuerpo me respondía mejor cada día. Como si supiera que era su oportunidad también.

El calor era sofocante, pero yo dormía tranquilo. No porque todo estuviera logrado, sino porque estaba seguro del camino.

"Esto recién empieza."

---