Al ver a Lin Bei aparecer de repente, Qing Tian se levantó apresuradamente y explicó con ansiedad:
—Sr. Lin, usted... usted lo ha entendido todo mal, yo... yo no tengo nada con ella.
Lin Bei sonrió. Había escuchado la conversación anterior y había adivinado bastante bien lo que estaba sucediendo.
Miró a la joven, que tenía poco más de veinte años, vestida con un llamativo atuendo punk, con maquillaje intenso y el pelo teñido al estilo más popular del momento.
Sin embargo, la ropa interior era muy corta, y no había mucha tela, dejando al descubierto su ombligo y un gran parche de piel blanca y tierna, junto con un tatuaje muy cool.
Lin Bei no quería entrometerse demasiado en los asuntos personales de Qing Tian, así que retiró la mirada y arrojó los documentos que Lord Dong Huang le había dado a los brazos de Qing Tian.
—Sr. Lin, ¿qué es esto?
—Solo échale un vistazo y lo sabrás.
Así, Qing Tian lo hojeó, impulsado por la curiosidad.