Lin Bei se acercó a la cama y apartó la cortina silenciosamente.
Al instante, vio una figura negra saltar desde el tercer piso y correr hacia la montaña trasera.
Lin Bei no dudó, sin pensarlo abrió la cortina de un tirón y saltó tras ella.
Su velocidad era rápida, pero la del otro era casi igual de buena.
Pronto, Lin Bei lo había perseguido hasta la montaña trasera de Villa Huicui.
Al ver un denso bosque no muy lejos, no pudo evitar reducir la velocidad, registrando la zona con cautelosa vigilancia.
—Swoosh swoosh...
La brisa nocturna era suave, haciendo que las hojas susurraran sin cesar.
—Sal.
Lin Bei gritó con firmeza.
Al segundo siguiente, su corazón dio un salto, e inclinó la cabeza, esquivando por poco un ataque sorpresa de una aguja plateada.
Lin Bei miró hacia arriba y de inmediato vio una figura con una máscara negra con colmillos afilados parada en la rama de un gran árbol a solo diez metros de distancia en ángulo.