Hay que decir que las palabras de Wang Yuqi de hace un momento no carecían de razón.
Como verdadero dueño del Grupo Ding Sheng, el valor de Lin Bei superaba con creces el billón, y según la lógica normal, nunca se rebajaría a seducir a una joven.
Sin embargo, al ver el rostro vacío y miserable de su hija, no pudo evitar sentir un dolor desgarrador.
Aunque tampoco creía que un magnate como Lin Bei abusaría de su propia hija, realmente no podía ignorar la difícil situación de su hija.
—Xinxin, no te preocupes, papá definitivamente te vengará. Aunque Lin Bei tenga respaldo influyente, haré que pague.
—Papá...
De repente, Bi Xin levantó la cabeza, sus ojos hinchados mirando a Bi Qi.
—Xinxin.
Bi Qi se levantó rápidamente y se arrodilló junto a Bi Xin.
Bi Xin se arrojó a sus brazos y comenzó a llorar con sollozos desgarradores.
—Papá, ¿cómo voy a vivir después de esto? No tengo cara para ver a nadie, buaa buaa...