La escena era caótica, todos ocupados ayudando a los paramédicos a levantar al paciente y empacando el plato de caracoles horneados que se sospechaba era el alérgeno.
Aquellos que no podían echar una mano estaban empacando toda la mesa de platos, solo para estar seguros.
Lola sostenía al loro gris africano, Polly, y seguía de cerca la camilla. Mientras caminaba adelante, le dio una mirada profunda a Bai Xiaosheng.
El loro gris africano Polly incluso soltó un —adiós— a Bai Xiaosheng, esta vez en inglés. Quién sabe si el pájaro también podía hablar alemán.
Chen Ming se apresuró desde la multitud, su frente ya brillante con una fina capa de sudor.
—Lo siento, Sheng, pero tengo que seguirlos. No puedo quedarme contigo hoy. Te invitaré otro día, lo prometo —dijo Chen Ming disculpándose.
—Está bien, los asuntos importantes son primero. Adelante, Anciano Chen. Si necesitas algo de mí, solo dilo —dijo Bai Xiaosheng con una sonrisa sincera.