En el viaje de regreso en el metro, Han Shuying no dejaba de bromear con Bai Xiaosheng.
—No esperaba que fueras hábil en artes marciales y bastante capaz de pelear. Esta vez, hiciste de héroe salvando a la bella y hasta conseguiste su información de contacto. ¡Impresionante, impresionante! —dijo Han Shuying con una sonrisa juguetona.
—¿Qué tonterías estás diciendo ahora? —Bai Xiaosheng no pudo evitar reír y llorar cuando escuchó esto.
Él no era de juzgar por las apariencias, pero recordando la cara de Zhang Min llena de densas pecas, no pudo evitar estremecerse.
«Nuestra Xuelian es mucho mejor, con su piel tan fina, clara y suave», no pudo evitar pensar Bai Xiaosheng para sí mismo.
Al ver la expresión avergonzada de Bai Xiaosheng, Han Shuying se rió en secreto.
Sus hermosos ojos seguían recorriendo la figura de Bai Xiaosheng.
Este tipo le había dado demasiadas sorpresas hoy.