Este grito de «algo ha salido mal» hizo que Chen Daya se estremeciera, y los rostros de los gerentes palidecieron.
¡Estas eran las últimas palabras que querían escuchar!
En este momento, el proyecto ya estaba al límite de sus capacidades —¿qué peores noticias podría haber? ¿Podrían tener un respiro?
Viendo la cara pálida del empleado y su atrevimiento de irrumpir en la sala de reuniones.
¡Este asunto no podía ser trivial!
El jefe del departamento de clientes se puso de pie bruscamente, con voz severa:
—¿Qué está pasando? Wang, ¿qué ha ocurrido?
El que había llegado era un empleado de su departamento de clientes.
—Los comerciantes, ¡los comerciantes están causando un alboroto! Ellos, ¡están gritando sobre terminar el contrato con nosotros! —dijo frenéticamente el empleado apellidado Wang.
¿Comerciantes causando un alboroto?
Los ojos de Bai Xiaosheng se estrecharon ligeramente.
De repente, los gerentes quedaron en silencio, todos volteando a mirar a Bai Xiaosheng.