El desayuno de Papá

Alex rápidamente se metió en la cama y se escondió bajo las sábanas.

—Mamá, estoy muy cansado hoy y quiero dormir temprano. Déjame probarme el vestido mañana —dijo.

—Oh, está bien.

Aunque confundida, Cecilia vio lo exhausto que Alex parecía. Lo siguió y se metió en la cama, abrazándolo mientras ambos intentaban dormir.

Mientras Alex yacía en la cama, podía sentir su abrazo mientras ella le daba palmaditas suavemente en la espalda.

Su respiración lentamente se estabilizó, indicando que se había quedado dormida.

Sin embargo, él seguía despierto. Observaba silenciosamente el rostro de Cecilia bajo la tenue luz de la luna que entraba por la ventana.

Sus rasgos suaves y la ligera sonrisa en la comisura de sus labios hacían parecer que estaba feliz incluso en sus sueños.

Una sensación cálida surgió en el corazón de Alex, una que nunca había experimentado antes.