Sofía estaba atónita, su agarre sobre el informe se tensó hasta el punto de arrugarlo en una bola.
Cecilia estaba sorprendida. No esperaba que Samuel hiciera esto de repente.
Sin embargo, le pareció divertido. Este lugar era como un escenario, lleno de drama.
Pensando que Cecilia sonreía por sus esfuerzos, Samuel creyó que había tenido éxito. Estaba orgulloso de sí mismo.
Incapaz de contenerse, Sofía se apresuró y le arrebató el ramo de la mano.
Cuando Samuel se dio cuenta de que era Sofía, una expresión de disgusto cruzó su rostro.
—¿Qué haces aquí?
Sus palabras hicieron que las lágrimas de Sofía finalmente estallaran.
—¿Qué quieres decir? —lloró mientras decía:
— ¿No me enviaste un mensaje para venir aquí, Samuel?
Él frunció el ceño confundido. —¿Cuándo te envié un mensaje? ¿Estás soñando?
«¿No era para mí?»
La realización golpeó a Sofía como un rayo, resonando en sus oídos.