Justo cuando Emma estaba a punto de irse, Cecilia la detuvo.
—¡No tienes permitido ir a ningún lado!
—¿Por qué no? —protestó Emma.
Cecilia continuó vistiéndose, ignorando a Emma, quien estaba enfurruñada a su lado.
—Mamá tiene asuntos importantes hoy, y no puedes andar por ahí. Haré que Edwin venga a acompañarte.
Por un lado, Cecilia sí tenía una pista. Había obtenido una información del detective sobre su hijo, y necesitaba verificarla.
Por otro lado, había un gran demonio viviendo arriba, y no podía confiar en Esteban. Había oído hablar de su crueldad, y no podía imaginar qué pasaría si lastimaba a Emma.
Después de eso, se marchó.
Mientras tanto, Alex no lo estaba pasando mejor al lado.
Ethan se había apostado fuera de la habitación, sonriéndole con suficiencia.
—¡Quédate quieto y espera a que mi hermano venga a recogerte!
Mientras tanto, en la entrada del hotel, una mujer merodeaba sospechosamente.
Era Sofía.