Al oír el grito de ayuda de Emma, Esteban instintivamente extendió la mano y la jaló hacia atrás.
La sostuvo en sus brazos mientras ella se aferraba con fuerza a su cuello, jadeando pesadamente por un aparente miedo.
Dándole palmaditas suaves en la espalda, Esteban se sintió desconcertado.
—¿Qué pasó? ¿No es nadar lo que más te gusta? ¿Por qué pareces...
—¿Tan asustada del agua?
Emma se recompuso, dándose cuenta de que casi había revelado su identidad. Sus ojos miraron alrededor, y dijo:
—Papá, últimamente no he tenido ganas de nadar; el agua está demasiado fría.
Esteban miró la piscina y se dio la vuelta para llevar a Emma de regreso a la habitación.
Al pasar junto a Zane, le ordenó:
—Vacía la piscina.
Zane respondió:
—De acuerdo.
Poco después, un grupo de personas irrumpió repentinamente en el patio de la familia Lawrence. Eran liderados por el tío de Esteban, Nathan, junto con algunas otras ramas de la familia Lawrence.