En el sofá, Elena y James fruncían el ceño con rostros preocupados.
Una pequeña figura se les acercó de repente, e inmediatamente notaron que era Alex, con Cecilia siguiéndolo de cerca.
Su irritación desapareció al instante.
—Cecilia, Emma, ¿qué les trae por aquí? Llegan justo a tiempo para la cena.
Alex los saludó educadamente.
—Tía abuela, Tío abuelo, Abuela Mary, es un placer verlos.
Antes de que pudiera terminar, Mary reaccionó como si le hubieran pisado la cola, su voz aguda y penetrante.
—¿A quién llamas Abuela? ¿Quién es tu Abuela? ¿Qué estás haciendo aquí?
Su ráfaga de preguntas asustó un poco a Alex, haciendo que Cecilia se parara protectoramente frente a él mientras colocaba la medicina que tenía en la mano sobre la mesa de café frente a Elena.
—Tía abuela, esta es una medicina para calmar los pulmones que funciona muy bien cuando se disuelve en agua. Siéntase libre de probarla.