El cielo estaba cubierto de espesas nubes, y un viento amargo aullaba en el aire.
La Llanura del Caballo Corriente era un páramo desolado, desprovisto de habitación humana, lleno en cambio de interminables paisajes estériles, bestias demoníacas sedientas de sangre, y rugidos inexplicables de bestias que resonaban de vez en cuando.
En la quietud mortal de la llanura, una caravana de mercaderes avanzaba silenciosamente.
—¡Ah!
De repente, un grito escalofriante atravesó el aire.
Un guardia de la Familia Ling que caminaba al borde de la caravana fue atacado por una sombra gris, arrastrado hacia la hierba que llegaba a la cintura, sus gritos agónicos resonando de manera inquietante a través de las llanuras desoladas.
¡Whoosh! ¡Whoosh!
Guo Qing y Ji Rou, apostados en la parte delantera de la caravana, reaccionaron instantáneamente. Ambos saltaron de sus caballos y se lanzaron hacia el mar de hierba.
¡Boom!