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El tiempo voló en un abrir y cerrar de ojos.
Las horas pasaron hasta que los primeros rayos del amanecer aparecieron en el horizonte. Solo entonces la radiación divina alrededor de Luo Cheng comenzó a disminuir, y las melodías etéreas y celestiales se desvanecieron en el silencio.
Después de un momento, abrió los ojos. Su mirada, tan brillante como las estrellas, llevaba un sentido intangible de opresión.
—¡Así que esta es la Novena Capa de la Técnica del Verdadero Dragón!
El rostro de Luo Cheng reveló una expresión extraordinaria.
Ni siquiera necesitaba concentrarse para sentirlo—¡la abrumadora fuerza de su cuerpo físico!
Su físico se había vuelto increíblemente resistente. Con solo apretar su puño, todo su cuerpo erupcionó con ondas de energía sanguínea como mareas chocantes, una sensación incomparable de poder surgiendo a través de él. ¡Se sentía como si un solo puñetazo pudiera destrozar los mismos cielos y la tierra!
¡Bang!