Después de que todos se fueron, dentro de la vasta mansión, solo quedaron Qin Chuan, acostado en la gran cama, y Song Yan, vigilando al lado de Qin Chuan.
Mirando al inmóvil Qin Chuan, Song Yan sintió una incomodidad indescriptible en su corazón, pues era la primera vez que veía a Qin Chuan sufrir heridas tan graves.
De repente, Song Yan dijo con rostro decidido:
—¡No importa si hoy es tu segunda calamidad de vida o si es tu calamidad de vida tres días después, no dejaré que te pase nada!
—Qin Chuan, debes superarlo; ¡ni siquiera he salido contigo todavía! Una vez que estés mejor, nunca quiero separarme de ti de nuevo...
—Pero si no me separo de ti, ¿qué pasará con Xiao Mengyi? Después de todo, ella lleva a tu hijo.
—Eres un canalla apestoso, yo fui la primera en enamorarme de ti, ¿cómo pudiste dejar que Xiao Mengyi quedara embarazada?
—Además, teniéndonos ya a mí y a Xiao Mengyi, ¿por qué seguirías persiguiendo a otras mujeres?
...