Por un momento, todas las miradas se dirigieron hacia la fuente de la voz.
Habían pensado que Qin Chuan era el único tonto que pujaba en la subasta, pero aparentemente había otro tonto uniéndose.
—¡Wang Long!
Lu Yanwu miró fijamente a Wang Long, prácticamente rechinando los dientes mientras decía:
—¡Realmente eres como una mala moneda!
Wang Long dijo con una risita:
—¿De qué está hablando, Señorita Lu? Una subasta simplemente consiste en que gane el mejor postor. Yo también me encapriché con esta pieza de roca inútil. Una vez que la gane, simplemente la colocaré en el acuario de mi casa como piedra decorativa.
Después de terminar, miró provocativamente a Qin Chuan, diciendo:
—Para mí, doscientos millones son solo el dinero de bolsillo de un año, pero para algunos, podría ser toda la fortuna familiar.