Capítulo 390: Una Oportunidad de Vida

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En este momento, los tres asesinos de Luna Plateada estaban sufriendo tanto que deseaban la muerte, incapaces de reunir fuerza alguna en sus cuerpos.

Ni siquiera podían reunir la fuerza para morderse la lengua, mucho menos para suicidarse; apenas podían hablar con claridad.

Qin Chuan no alivió inmediatamente el dolor de los tres hombres, sino que permitió que la agonía los atormentara continuamente. Después de tres minutos completos, cuando los tres comenzaron a poner los ojos en blanco, Qin Chuan finalmente retiró las Agujas de Plata.

En el instante en que las Agujas de Plata abandonaron sus cuerpos, ese dolor insoportable desapareció.

Los tres viejos yacían en el suelo, jadeando por aire; el sudor ya los había empapado como pollos ahogados.

Qin Chuan habló:

—Ahora, ¿pueden contarme sobre la técnica de cultivo que practican?