Zhang Yang ya había comenzado a tener una hemorragia nasal pero seguía mirando fijamente a Wang Xinxin.
Aunque ya había visto el cuerpo de Wang Xinxin antes, en aquella ocasión, en el hospital, no la había desnudado completamente.
Ahora, mirando a Wang Xinxin después de un baño con algunas gotas aún adheridas a su cuerpo, realmente parecía un loto emergiendo del agua, tierna y fresca.
Lo que más sorprendió a Zhang Yang fue que, la última vez, Wang Xinxin tenía vello ahí abajo, pero ahora estaba suave.
El montículo regordete y tierno con esa pequeña hendidura podría atrapar un alma.
—¿Hermano Zhang Yang, estás bien? —Wang Xinxin se acercó rápidamente con un pañuelo para limpiar la hemorragia nasal de Zhang Yang, y su corazón floreció de alegría. No había esperado que el Hermano Zhang Yang reaccionara tan fuertemente a su cuerpo.