«Zhang Yang, la Hermana teme que no pueda dejarte ir en esta vida, pero no puedes casarte con ella, así que ¿qué te parece esto? La Hermana tampoco se casará y simplemente será tu amante, ¿de acuerdo?»
Cheng Yue giró la cabeza para mirar, con una mirada seductora y expectante en sus ojos.
Y sus palabras conmovieron profundamente a Zhang Yang, causándole un tremendo impacto.
Él era solo un trabajador corporativo común, nunca imaginó que podría tener un momento tan dichoso.
Una diosa rica, hermosa y distante, ofreciéndose voluntariamente a convertirse en su amante.
En este momento, independientemente de la seriedad de Cheng Yue, Zhang Yang se sintió abrumado por un inmenso orgullo y arrogancia.
Este debe ser el tipo de sentimiento que cualquier hombre experimentaría.
—Hermana Yue, ¡eres tan buena conmigo!
Zhang Yang no pudo evitar soltar estas palabras.