Capítulo 2: Diablos de hielo

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Parte 1: origen:

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Se dice que hay cosas en la vida sin las cuales no podríamos vivir. Algunas no pueden ser negadas. Lamentablemente, para nuestro creador, eso no estuvo claro.

El antiguo universo era lo que se llamaría una utopía idealizada: lleno de seres unicelulares y poderosos que nacían perfectos, todo para cumplir el propósito de siempre existir.

Para nosotros, eso era aborrecible: un completo pecado. ¿Cómo podía existir un mundo sin consecuencias, sin muerte?

Nuestro concepto intentó entrar tantas veces a aquella utopía, no para arruinarla, sino para complementarla. Pero, desgraciadamente, siempre fue negado.

En el vacío de las ideas vagaban conceptos rechazados por ese universo, como la evolución —que no era necesaria, pues los seres no se adaptaban— o la desesperanza, porque se trataba de una utopía perpetua.

No fue hasta que la muerte y la evolución se unieron que formaron el superconcepto de la “No-existencia”, o “super-muerte”, y ahora sí lograron atravesar la codificación del universo.

Ingresamos en forma de una estrella de hielo, algo que ni siquiera existía. El oxígeno, el hidrógeno y el agua no existían hasta que llegamos nosotros.

En aquella estrella congelada verían nacer a los Diablos de Hielo: feroces seres con apariencia demoníaca, de más de tres metros, cuyos cuerpos estaban cubiertos por afilados picos de hielo.

Su hambre era insaciable, y no solo eso: su mordida fue llamada las fauces del mal absoluto, también conocida como el Diablo Frostbite.

El Frostbite funciona como un sistema digestivo de negación: desgarra cualquier materia —inclusive lo intangible— y aplica una zona de negación a su alrededor, privándola de toda cualidad anómala o natural.

Después, recubre con saliva corrosiva y supresora de poder, evitando que el objetivo se defienda. Por último, el estómago derrite —o, mejor dicho, borra de la existencia— lo consumido para siempre, y el sistema digestivo se encarga de exiliar del universo aquello que no pudo borrar.

Pero no es solo eso: también asimilan cualquier cosa que comen, integrándola a sus cuerpos como una resistencia o inmunidad.

De ellos nació el concepto de frío, muerte y evolución.

El frío no es más que la muerte de las moléculas: un frío conceptual que roba la energía vital a todo lo existente.

Frostbite y el frío fuerzan la muerte en cualquier existencia… o no existencia.

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Parte 2: propagación.

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Los Diablos de Hielo podían multiplicarse sin control, regenerarse y viajar por el espacio a gran velocidad.

Con sus fauces devoraban cualquier cosa. Con sus garras desgarraban la realidad. Su cola atravesaba cualquier material y sus alas los llevaban a cualquier lugar, más rápido que la luz.

Congelaban todo —incluso el vacío del espacio— a su paso. Pero siempre que encontraban un planeta, realizaban un genocidio en contra de la vida.

Seres regenerativos, que regresan de la muerte y se adaptan al medio. Tan fuertes como para mover un sistema solar, cambiar de forma o anular cualquier poder. El antiguo universo intentó de todo para borrar a este “virus” de la realidad.

Pero cada vez que mataban a uno, dos nuevos nacían. Y no solo eso: los nuevos diablos eran completamente inmunes a la causa de su muerte, y transmitían esa inmunidad a los demás por medio de la estrella congelada.

Bombas nucleares, supernovas, cuásares, big bangs, borrados moleculares, atómicos, existenciales… nada era capaz de matar definitivamente a estas entidades.

Porque eran la muerte.

Y cuando una muerte muere, simplemente no muere. Y si lo hace, reencarna.

Así fue como los Diablos de Hielo se volvieron una plaga universal que infectó y destruyó las 88 branas del universo, e incluso se expandió por el multiverso.

Todo este caos llamó la atención de los ángeles de la brana 88, y estos se rebelaron contra Elion, quien los desterró de los cielos por interferir con la vida.

Los ángeles caídos lucharon a muerte contra los Diablos de Hielo, y eventualmente los contagiamos de nuestra “maldad”, corrompiendo a los ángeles y transformándolos en diablos y demonios de fuego.

Al final, su líder, Lucifer, los guió hasta la brana -88, donde esperaban atacar nuevamente. Pero jamás regresaron por su venganza.

Incluso enfrentamos y devoramos a muchas entidades del caos, que, por miedo, huyeron a los confines del universo, donde fueron comprendidas… y posteriormente consumidas.

Nuestras conquistas nos llevaron a desarrollar increíbles habilidades, como la creación ilimitada de esbirros o invocaciones. Podemos invocar hielo, agua, nieve, vapor, e incluso fantasmas.

Esto último fue tras nuestra aplastante conquista de la brana 27, donde el Dios Fantasma firmó un contrato de sumisión que nos vuelve dueños absolutos de los fantasmas.

Podemos editar nuestras creaciones sin límites, incluso crear seres que nos superan en poder… y aún así son leales a nosotros.

La alta cosmología intentó detenernos, cortar el virus de raíz, y eso resultó en la caída de Thunder Leviathan. Nos comimos a la bestia fundamental del electromagnetismo y absorbimos su naturaleza.

Siendo una amenaza sin límites, empezamos a dudar: ¿por qué el gran creador no intervenía? Y de esa duda nació el primero de nosotros que pensó: el Primer Arquitecto.

Él utilizó sus habilidades para crear y dar vida a partir de su esencia, no para destruir. Fue quien fundó las bases del conocimiento en nuestra raza.

Algunos diablos despertaron y lo siguieron, conscientes del daño irresponsable que habíamos causado al universo. Pero otra mitad estaba inconforme.

Con el 10% del antiguo universo cayendo a pedazos, el Primer Arquitecto entró en debate durante 60 millones de años contra los Diablos de Hielo opositores. Ese debate llevaría al final de la aniquilación existencial.

Viendo el daño provocado, los Diablos de Hielo decidieron pactar un acuerdo de pacifismo y exilio. Pero antes, repararían el daño causado a todo el universo.

Al asimilar a sus víctimas, los Diablos de Hielo se habían convertido en un arca biológica andante. Sacrificaron sus cuerpos para que la vida en su interior renaciera. Esto dio origen al ADN: herencia de los Diablos de Hielo. Una memoria genética de supervivencia.

Las nuevas especies no eran perfectas, pero tenían la capacidad de evolucionar y morir, por lo que eran efímeras, pero valiosas.

Así, los Diablos de Hielo repoblaron el antiguo universo, creando un nuevo universo desbordante del gas mortal: oxígeno e hidrógeno. Esta barrera mantendría aislado al último 10% del antiguo universo para siempre.

Bajo la guía del Primer Arquitecto, los Diablos de Hielo entendieron la dura verdad: ellos no querían destruir. No odiaban. Ellos amaban la vida. Pero al tocarla… esta desaparecía.

Estaban condenados a rodear un amor que jamás podrían sentir.

Porque el frío es muerte.

Y la muerte es fin.

Y el fin es no existencia.

Y la no existencia… son los Diablos de Hielo

Millones de años tuvieron que transcurrir para que la vida encontrara su camino de nuevo, pero el mal permanecía dormido. Literalmente.

En un sistema solar insignificante existía un vestigio de aquellos diablos de hielo que se oponían al Primer Arquitecto, durmiendo en su exilio. En total eran cuatro diablos y un diablo guardián: el mismísimo hijo del Primer Arquitecto.

Pero entre esos cuatro diablos había uno rebelde y necio que impuso su voluntad, y a pesar de la bondad de aquel diablo guardián, congeló el mundo.

Cuando el guardián se enteró, en lugar de masacrar al traidor, le brindó comprensión. Su guardián se había convertido en su amigo, su naturaleza en un fantasma y su voluntad en una visión sin propósito.

Aquel diablo sabía que debía unirse a sus ancestros y volverse uno con el planeta, pero antes de poder hacerlo, su fiel amigo se sacrificó para que el planeta azul pudiera existir.

Esto desató la ira del Primer Arquitecto, quien sentenció a los cuatro diablos a quedarse en aquel sistema solar de por vida.

En medio del castigo, un extraño libro se hizo presente. Era el Cosmic Book, un libro que contiene el conocimiento de todo en el universo. Nuestra especie incluso llegó a comer un pedazo de aquel libro.

Pero no estaba aquí para otorgar conocimiento, sino para recibirlo. El libro guardó la voluntad de Frost como el diablo de hielo que devolvió la vida a la Tierra.

Ese poder reencarnó en uno de los humanos de la zona, convirtiéndolo en el primer diablo de hielo de la Tierra.

El Primer Arquitecto sentenció a aquel diablo necio a entrenar al nuevo diablo de hielo y proteger el mundo. Estará ligado al alma de su amigo hasta el final de los días, incapaz de olvidar que, gracias a él, un alma correcta se perdió.

Ese soy yo, Cold.

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Parte 3: Legado.

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Viernes 27 de diciembre del 2013, Ciudad Granizo, Distrito Nevada. Colonia Esquimal, calle Témpano. Domicilio número 12. 7:06 p.m.

—He entrenado a los diablos de hielo desde la era del hielo hasta la actualidad. Vi nacer y morir a mis queridos discípulos pese a su inmortalidad. No los convertí en héroes, simplemente los guié, así como pienso guiar a Ice.

—Desgraciadamente, el anterior diablo de hielo, As, perdió la vida hace un año y desde entonces no había ningún sucesor para proteger la Tierra.

Cuando Cold dijo eso, se apreció un gesto afligido en Esther y Emilio, pero Lucía apretó fuertemente los puños, soltando una lágrima.

Todos voltearon a ver a Kiparé, esperando su reacción ante tal revelación. Él seguía consternado y visiblemente asqueado por la situación.

—¿Dices que tengo los poderes de los mayores genocidas que han existido… y quieres que salve al mundo con ellos? Ni una mierda.

—¡Kiparé! —gritó Lucía.

—¿Qué les sucede? ¡Deberían negarse!

Emilio se interpuso entre Lucía y Kiparé, pero la abuela Esther habló.

—Ser el próximo diablo de hielo es un honor muy grande, hijo. No eres simplemente un héroe, eres...

Una fuerza de la naturaleza —agregó Cold mientras acomodaba sus guantes.

Kiparé se puso de pie para confrontar a Cold, mirándolo directamente a los ojos.

—No me importan ni tus poderes ni el legado. ¡Quítame esto! —Kiparé extendió los brazos hacia Cold, esperando que, de un movimiento, se los quitara.

—Así no funciona esto. Tendrás esos poderes hasta que mueras. Están anclados a tu alma, cuerpo y mente.

Dicha información atravesó a Kiparé como si fuera un cuchillo.

—No volveré a ser un niño nunca más…

Enojado, Kiparé empezó a llorar y a golpear las piernas de Cold, mojándolo en el proceso.

—Devuélveme a la normalidad, por favor.

Con una mirada fría, Cold respondió:

—No puedo hacer eso.

Ice cayó de rodillas, pero antes de ser consolado por su abuela, soltó una pequeña sonrisa.

—Si tanto quieren que sea un héroe… ¡deberán encontrarme! —En ese momento, Kiparé llenó la sala de nieve como si hubiera explotado una granada.

Huyó lo más rápido que pudo de aquella casa, descubriendo que podía dar súper saltos en el proceso.

—¡Kiparé! —gritaron sus padres.

Sin embargo, Esther y Cold permanecían relajados.

—Haaa… jóvenes, piensan que todo lo solucionan corriendo —dijo Esther.

—Sí, la negación siempre es la primera fase.

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Parte 4: Negación.

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Viernes 27 de diciembre del 2013, Ciudad Granizo, Distrito Nevada. 7:20 p.m.

Ice seguía huyendo sin mirar atrás, pensando en su nueva situación mientras sollozaba.

Vaya padres resulté tener. ¿Cómo se atreven a festejar algo tan atroz? Debería demostrarles por qué es un error que yo sea un héroe. Sí… ¡eso haré!

Sin notarlo, una extraña tormenta de nieve se formó sobre su cabeza. Antes de tener poderes esto sería potencialmente mortal, pero ahora resultaba meramente curioso.

Es algo fuerte esta tormenta… casi parece una especie de… ¡¿tornado?!

Con sus nuevos ojos, Ice pudo ver a través de las nubes y descubrió una especie de tornado invertido en el cielo. De las nubes al suelo. Esta no era una tormenta de nieve normal.

¿Y eso qué es…?

Antes de poder actuar, Kiparé vio cómo las fuertes ventiscas arrastraban un tanque de gas y lo estrellaban violentamente contra una casa, provocando una ensordecedora explosión seguida de un incendio.

¿¡Un incendio!? Bueno… supongo que alguien llamará a los bomberos o algo. —Intentando ignorarlo, Kiparé se dio la vuelta y se fue silbando.

Pero la voz de un niño pequeño lo detuvo en seco.

—¡Ayuda, mamá, no puedo salir!

Sin tener tiempo para asimilarlo, Kiparé se cubrió la cabeza con su capucha y se lanzó en dirección al incendio.

Váyanse a la mierda. Esto no me vuelve un héroe.

De inmediato, Kiparé notó por qué el menor no podía salir de casa: puertas y ventanas estaban cubiertas de ardientes barrotes de metal.

Mantenían seguro el interior… aunque quizás demasiado seguro.

—¡Por favor, alguien!

—¡Tranquilo, niño! ¡Yo te ayudaré!

—¿Tú? Pero suenas como un niño.

—¡¿Quieres vivir o no?!

—¡Sí!

—Entonces hazme un favor y quítate de la ventana.

Sabiendo que no podría romper los barrotes, Kiparé moldeó la nieve alrededor para formar un puño gigante, el cual utilizó para romper los barrotes y la ventana de un solo golpe.

La nieve rápidamente inundó la vivienda, sofocando el incendio en el interior. El niño vestía una pijama de Cars, pero tiritaba del frío.

—¿Estás bien, amiguito? ¿Cuántos años tienes?

—Tengo cinco añitos y mu-mucho frío.

—Oh, puedo solucionar eso.

Utilizando sus poderes, Kiparé elevó la temperatura corporal del niño gracias a su control absoluto sobre el clima.

—¡Muchas gracias, niño de hielo!

—Ice. Me llamo Ice.

El sonido de pisadas rápidas sobre la nieve delataba la presencia de gente preocupada por el incendio. Era momento de irse.

—Adiós, niño. Perdón por el desastre —dijo Ice, saliendo del sitio de un salto.

Pronto, la madre del niño llegó al hogar y, al ver a su hijo mirando el horizonte, lo abrazó como si fuera a desaparecer.

—Fernandito, qué bueno que no te pasó nada.

—No, mamá. Ese niño, Ice, me salvó. ¡Es un héroe!

—¿Ice? ¿Y ese quién es?

—¿No lo viste al salir? Cuando crezca quiero ser tan valiente como él.

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Parte 5: Tal vez si.

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Viernes 27 de diciembre de 2013, Ciudad Granizo, Distrito Nevada. 7:40 p. m.

Cabizbajo, Ice caminaba sin rumbo, intentando procesar lo sucedido.

No puedo ignorarlo. Simplemente soy malo, incluso para ser malo. Qué desastre.

—Y que lo diga, joven Ice. Es un desastre.

En esta ocasión, Ice ni siquiera se sorprendió por la aparición de Cold y la abuela Esther; simplemente los miró con tristeza y les preguntó:

—¿De verdad creen que puedo hacerlo?

Sin dudarlo, ambos cerraron los ojos y extendieron su mano hacia él.

—Por supuesto —dijeron ambos.

Ice titubeó, pero finalmente tomó su mano, y de inmediato los tres fueron teletransportados a la casa de la abuela Esther, donde los esperaban Lucía y Emilio.

—Mamá, papá… no quiero ser un héroe, pero supongo que no es algo que pueda elegir. Quiero ser entrenado por el maestro Cold.

Lucía apretó los puños, como si estuviera lista para golpear a Kiparé. Él cerró los ojos esperando el golpe, pero recibió un cálido toque en la cabeza.

—Yo conocí al anterior Diablo de Hielo. Fue como un hermano para mí. Y el señor Cold es como un tío para mí. Estarás en buenas manos, lo puedo asegurar.

—Mamá…

—Además, si hay alguien que puede hacer la diferencia, nos alegra que seas tú, hijo. Lamento si malinterpretaste nuestra reacción. Pensábamos que eras el indicado para ser héroe porque conoces el sufrimiento, la vulnerabilidad. Eso te vuelve material de héroe.

Alguien lastimado jamás negaría la ayuda a nadie —las palabras de Emilio resonaron en Ice como ecos en una cueva.

—Entrenaré con Cold. Me haré un héroe. Pero… ¡no le digan nada a Aurora! No creo que lo soporte.

Lucia sonrió y dijo:

—Tu secreto está a salvo.

Entonces, la familia (incluido Cold) entró a la casa para tener una agradable y merecida cena, acordando que el entrenamiento de Ice comenzaría en enero.

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Parte 6: Mi vida

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Domingo 4 de enero de 2014. Distrito Glaciar, Lago Fundador. 07:30 a. m.

Contemplando el lago congelado que lo condenó, Kiparé observaba a quien ahora era: Ice.

¿Esta es mi vida ahora? Haaa…

En un parpadeo, la figura de Cold apareció detrás suyo, envuelto en una ventisca ascendente de nieve. Levantando la mano por encima de su cabeza, Cold formó una palma y la bajó bruscamente, poniéndola sobre el hombro de Ice con delicadeza.

—¿Listo para nuestro entrenamiento, joven Ice?

—Sí, estoy listo, maestro Cold.

Ambos fueron envueltos en una ventisca y desaparecieron.

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Parte 7: Guarida.

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Domingo 4 de enero de 2014. Polo Norte, base de los Diablos de Hielo. 07:31 a. m.

Ice reapareció en un lugar completamente hecho de hielo azul. El espacio era gigante. Parecía una mansión de estilo gótico, pero del futuro, por el acabado brillante del hielo.

—¿Dónde…?

—En tu guarida —interrumpió Cold.

Con el maestro avanzando sin mirar atrás, Ice simplemente lo siguió, observando de arriba hacia abajo la enorme guarida.

—Tenemos cocina, tesorería, almacén, biblioteca, laboratorio, dormitorios, sala de criaturas, salón de la fama, cárcel y gimnasio, que es a donde nos dirigimos.

—¿Exactamente dónde? ¡Todo es enorme aquí!

—Observe. Al gimnasio —dando dos palmadas, Ice y Cold se fusionaron con el suelo y fueron transportados al gimnasio de hielo.

—¡¿Eso qué diablos fue?!

—Tecnología biológica avanzada. Fuckin' magic para los incultos. Pero sé que no eres de esos.

Estando en el gimnasio, Cold terraformó el lugar para dar paso a una pista de atletismo de 10 kilómetros.

—Haremos algo llamado “Test de Cooper”. Tú corres todo este circuito y yo calculo tu distancia y tiempo. ¿Entendido?

Dudando, Ice dijo:

—Pero… ¡duraré horas!

Ante este comentario, Cold sonrió.

—Oh, pobre Ice. Ya no eres humano; tus capacidades físicas son, por mucho, superiores. Es tan así que harás la prueba con un peso de 400 kilogramos en la espalda.

Como por arte de magia, una mochila de hielo se manifestó en la espalda de Ice, haciendo que se tambaleara.

—¡Pudiste avisar! Espera… ¿por qué puedo levantarlo?

—Capacidades físicas superiores, ¿recuerdas? —Cold cambió su ropa a la de un profesor de gimnasia y sonó su silbato.

De inmediato, Ice comenzó a correr a una nada despreciable velocidad de 112 km/h.

Esta velocidad… ¿por qué puedo ir tan rápido?

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Una hora después

Resultados:

Fuerza física: 2 toneladas (2,000 kg)

Velocidad: 112 km/h

Resultado: Sobrehumano.

—Decepcionante…

—¿¡Mis resultados!?

—No. Parece que la película de un tal “Prisma Verde” es malísima. Tus resultados son bastante promedio.

Usando sus poderes para... no, estoy mamando. Cold abrió una hielera y le pasó a Ice una botella de agua.

Mientras su discípulo bebía como si no hubiera un mañana, Cold se sentó a su lado y miró el techo lleno de estalactitas de hielo.

—Eres una anomalía, muchacho. Todos los diablos nacen con dientes, garras, cola, cuernos y alas. Y tú eres el primer diablo sin alas que conozco. Por eso tu poder es tan bajo: eres un diablo inmaduro.

Casi escupiendo el agua, Ice preguntó:

—¿¡Eso significa que soy el más débil!?

Suspirando, Cold dijo:

—No necesariamente. Solo pasarán uno o dos años antes de que puedas enfrentar una amenaza. Tu nivel es bajo por lo joven que eres.

Ice apretó los puños.

—¿Tiene que ver… con mi salud?

Leyendo a su alumno, Cold respondió con una sonrisa:

—En absoluto, chico. Debe ser algo más. De hecho, es momento de que te enseñe algunos movimientos de combate.

Cold se puso de pie y, con un simple movimiento de su mano, manifestó cuatro carámbanos de 60 cm en el aire.

Aquellos proyectiles flotantes se veían imponentes, como si pudieran perforar una fortaleza.

—Estos de aquí son los Icicle Missiles, nuestros proyectiles de hielo. Para crear uno, debes formar hielo en forma puntiaguda, mantenerlo en el aire con tu control del hielo y convertir las moléculas de la punta en moléculas inestables y volátiles.

—Esto provocará que, al menor impacto cinético, el proyectil explote y se rompa en forma de metralla, como un misil... pero de hielo.

Cold disparó los cuatro proyectiles a la distancia, y consecutivamente salieron disparados, superando la barrera del sonido. Una estrepitosa explosión sacudió los alrededores. Al disiparse el polvo, se vio cómo la pared al otro lado de la habitación tenía un gigantesco agujero que se regeneraba lentamente.

—¡¿Y cómo rayos hago eso?!

—Podemos controlar el hielo a nivel cuántico. Simplemente imagina los átomos de hidrógeno, de oxígeno, las moléculas de agua y ordénales: “vuélvete inestable”.

Ice dudó, pero creó un carámbano de hielo a 40 centímetros del suelo y, tal como dijo Cold, ordenó:

Vuélvete inestable.

Acto seguido, el proyectil explotó en pedazos.

Cold se dobló de la risa mientras Ice buscaba desesperadamente heridas en su cuerpo.

—¿Por qué no salí herido?

—¡Jaja! ¡Eres hielo! El frío está a tus órdenes. Obviamente eres inmune a tu propia sangre. —Para reafirmar su punto, Cold le aventó una bola de hielo.

Instintivamente, Ice se cubrió la cabeza con ambos brazos, pero se sorprendió al sentir cómo la esfera lo atravesaba.

—Fallaste no por falta de entendimiento, sino por falta de especificación. Debes concentrar la inestabilidad en la punta y después disparar.

En un nuevo intento, Ice cerró los ojos e imaginó cómo se veían las moléculas en la punta del Icicle Missile.

—¡Vuélvete inestable!

Seguido a eso, Ice disparó el proyectil, el cual voló de forma irregular hasta explotar en el techo.

—Oh... lo hice…

—¡Perfecto! Y en tu segundo intento. Estoy muy orgulloso de ti, joven Ice.

Ice comenzó a rascarse el brazo, disimulando que las palabras de Cold no le causaban muchísima alegría.

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Parte 8: Colder punch.

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—Y para finalizar el entrenamiento de hoy, te enseñaré nuestro ataque físico por excelencia: el Colder Punch.

Cold cerró los ojos y de su boca salió un vaho gélido. Su brazo derecho empezó a rodearse de una energía verdosa con tonos azules, similar a una aurora boreal.

Preparó su brazo para soltar un puñetazo y entonces…

—¡Colder Punch!

De un golpe, todo el gimnasio se destruyó en pedazos de hielo. La onda expansiva, similar a una ráfaga de aire, arrastró esos fragmentos hasta la otra punta de la habitación y finalmente el “golpe” impactó contra la pared.

Un agujero de 10 metros, completamente circular y con varios metros de profundidad, se creó en la pared, como si un taladro la hubiera perforado.

La sala comenzó a regenerar el daño lentamente, emitiendo un sonido de hielo rompiéndose.

—Ese fue el Colder Punch. ¿Listo para intentarlo?

Ice dudó alcanzar tal nivel de destrucción; era imposible para su brazo hacer tal cosa.

—¿¡Y cómo haré tal cosa!?

—Simplemente deja fluir la energía del frío en tu brazo. Siente y endurece la extremidad como si fueras a conectar el golpe de tu vida.

Ante esta vaga explicación, Ice casi rió. Pero decidió seguirla al pie de la letra.

—Sentir el frío…

Un vaho gélido salió de su boca.

La estela boreal del Colder Punch se manifestó en su brazo, pero era tan grande que cubrió todo su cuerpo.

—¡Colder Punch! —gritó Ice, lanzando el poderoso golpe contra la pared.

El suelo se resquebrajó bajo sus pies y el gélido aire arrastraba los escombros. El golpe viajó a una increíble velocidad y finalmente chocó contra una pared de hielo, causando un agujero de 5 metros de forma irregular.

Pero el costo había sido el brazo del chico, el cual se rompió en pedazos de hielo. Ice se retorció de dolor por unos segundos, solo para notar algo.

—¡Ni siquiera me duele!

El brazo de Ice se regeneró en dos segundos, incluida la manga de su chamarra azul.

—¡Bien hecho! Lograste aprender el Colder Punch, y como recompensa te enseñaré dos cosas antes de terminar el entrenamiento.

—¿Mi recompensa es más entrenamiento?

—¡Exactamente! Pero créeme, querrás aprender esto.

En un instante, Cold se cubrió de nieve y su forma cambió a la de la pequeña Aurora.

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—¡¿Aurora?!

—No, joven Ice. Soy Cold. Pero puedo cambiar mi aspecto y voz —dijo con la voz de la pequeña niña.

Así, Cold imitó a todos los miembros de la familia de Ice como si no fuera nada para él.

—Nuestro “cuerpo” no es más que un simple avatar. Podemos alterar nuestro aspecto y voz como nos plazca.

—¿Y ese body horror, de qué me sirve?

—¡Jaja! No hay héroe sin identidad secreta.

En ese momento, todo tuvo sentido para Kiparé. Él no era Ice todavía; debía convertirse en alguien completamente diferente para proteger a sus seres queridos.

Cubriéndose de nieve, Kiparé empezó a transmutar su cuerpo, buscando el aspecto que lo definiría como Ice, el Diablo de Hielo.

La nieve se disipó y dejó ver a Ice.

Su piel morena se había convertido en una tez blanca. Sus ojos negros se habían teñido de azul, como el hielo que los rodeaba. Su cabello negro había cambiado a blanco.

Vestía una playera negra; por encima, llevaba la chamarra deportiva que Cold le regaló y la bufanda tejida por su hermana, con franjas azules y blancas. En sus manos, llevaba guantes sin dedos.

Esta era la apariencia de Ice, el Diablo de Hielo.

—Debo sentirme orgulloso. Ante mí, nace un nuevo héroe llamado… Ice.

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Parte 9: Responsabilidad.

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Subiendo unos escalones de hielo impecables, Ice preguntó:

—Maestro Cold, ¿qué es lo que quería mostrarme?

—Lo verás cuando lleguemos.

Mientras más ascendían los escalones en espiral, la enormidad de la base se volvía más evidente.

Finalmente, habían llegado.

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Cold llevó a su nuevo discípulo al balcón de la base en el Polo Norte. Era una estructura hecha enteramente de hielo, pero con acabados tan sofisticados que parecía salida de una película de ciencia ficción. El balcón no tenía sentido alguno: no había nada que ver en el invierno polar, más que nieve, oscuridad y una tormenta azotando sin piedad.

Kiparé —todavía no se hacía llamar Ice— miró al exterior, desconfiado. Dudaba de las decisiones de su maestro, pero no se atrevía a decir nada.

Entonces, Cold sacó su mano derecha del bolsillo y chasqueó los dedos.

El eco del chasquido viajó por toda la base, y, como si el mundo obedeciera su voluntad, la tormenta de nieve se disipó al instante, dejando solo el cielo cubierto por nubes oscuras. Cold se giró hacia su alumno, con los ojos encendidos por una luz intensa, y habló con una voz que parecía retumbar en el alma.

—Los Diablos de Hielo tenemos un poder inmenso. Nuestros dientes atraviesan cualquier cosa. Nuestras garras son más afiladas que todo material. Nuestras alas nos hacen más rápidos que la luz. Nuestras colas nos protegen de ataques sorpresa, y nuestros cuernos... nuestros cuernos hacen temblar hasta al más valiente.

—Podemos congelar cualquier cosa en segundos, incluso el vacío del espacio. Volvemos de la muerte. Somos casi imposibles de destruir. Y ahora... ese poder es tuyo.

Cold alzó su puño derecho, envolviéndolo en un aura azul que crepitaba como una tormenta.

—Tú eres el campeón y protector de este planeta. No… del sistema solar. Y, si es necesario, del universo entero. Cada ser vivo, árbol, montaña o cueva te pertenece. Pero lo más importante: están bajo tu protección. ¡Tienes autoridad sobre ellos, sí, pero también responsabilidad!

Kiparé tragó saliva. Se sentía como un insecto frente a un dios.

—Pero, señor Cold… ¿en verdad se necesita al Diablo de Hielo en estos tiempos? No quiero faltarle al respeto, pero… yo solo soy un niño. Recién cumplí ocho años. No puedo ser el defensor de nada.

Cold no se ofendió. Al contrario, sonrió con ternura.

—Joven Ice... incluso si la Tierra está llena de héroes, uno más siempre es bienvenido. El Diablo de Hielo no es solo un héroe que salva bancos o cruza ancianas. Su papel va más allá. Y tú, aunque ahora eres solo arcilla y lienzo… puedes convertirte en cualquier cosa, con el artesano correcto.

—¿Y cómo sabe que podré estar a la altura?

Cold lo miró fijamente, con la seguridad de quien ha visto el futuro.

—Porque ya lo estás. Ya eres el Diablo de Hielo. Solo tienes que darte cuenta. Con tus habilidades, puedes congelar el mundo, levantar continentes, moverte en segundos a donde sea necesario. Solo necesitas definir quién eres… y dar el paso.

Kiparé no respondió. Fingió entender.

Detrás de Cold apareció una aurora boreal que iluminó el balcón y le dio una esencia casi mesiánica.

—Él lo entenderá más adelante, cuando deje de temer a su propio poder…