El orden de Enlil

Kúr'Gal, Ciudadela de Enlil, Ki'Gal,

Tras la sobrecogedora revelación de las proyecciones históricas sobre la conquista de los Elfos Lunares y la fundación de Ki'Gal sobre su reino durmiente, Enki guio al pequeño grupo de la superficie a través de más cámaras secretas dentro del Kúr'Gal. La magnificencia y la tecnología alienígena de la ciudadela de Enlil eran apabullantes, pero un aire de opresión, de orden impuesto y de secretos celosamente guardados, impregnaba cada corredor y cada sala.

Finalmente, llegaron a lo que inequívocamente era un centro de mando estratégico. A diferencia de las galerías de archivos llenas de luz y proyecciones etéreas, esta sala era más austera, funcional, con un brillo metálico oscuro. En el centro, una mesa redonda de obsidiana pulida dominaba el espacio, su superficie completamente lisa hasta que Enki activó una secuencia con un dispositivo en su muñeca. Al instante, la mesa cobró vida, proyectando un mapa tridimensional de la Tierra de una espectacularidad y detalle asombrosos. No era solo un mapa geográfico; mostraba en tiempo real flujos de energía telúrica, líneas ley brillando como venas de luz, concentraciones de recursos minerales en las profundidades, patrones climáticos globales e incluso las firmas energéticas de las principales ciudades y poblaciones humanas, todo interconectado en una red de datos inconcebible.

"La Sala del Ordenamiento Global," dijo Enki en voz baja. "Desde aquí, mi hermano Enlil monitorizaba y... dirigía... sus intereses en la superficie de Terra durante eones."

Merlín y Quetzal observaban el mapa con una mezcla de fascinación profesional y profunda inquietud. Elena Rossi y Kael'Thara estaban absortos en la complejidad de la tecnología de visualización. Pero fue Aria quien notó, sobre un atril de un metal oscuro y desconocido a un lado de la mesa redonda, un objeto que parecía extrañamente fuera de lugar en medio de tanta tecnología avanzada: un libro.

Era un volumen considerable, encuadernado en lo que parecía ser una piel reptiliana antigua, de un color verde oscuro casi negro. No tenía título en el lomo, pero al acercarse, Aria pudo ver que las páginas interiores, gruesas y amarillentas, estaban cubiertas de una escritura cuneiforme precisa y angular, claramente hecha a mano, no impresa.

"¿Qué es esto, Enki?" preguntó Aria, una extraña premonición oprimiéndole el pecho.

Enki se acercó, sus ojos dorados examinando el libro con una expresión indescifrable. "Ah... esto," dijo lentamente. "Una de las... obras fundamentales de mi hermano. Su manifiesto, podría decirse. Su visión para el 'correcto' gobierno de vuestro planeta." Con extremo cuidado, como si tocara un artefacto imbuido de un poder peligroso, Enki abrió la primera página. El título, escrito en una caligrafía Anunnaki impecable, era claro:

"Protocolos de los Kúr'Gal (Guardianes Supremos de Ki). Guía para el Establecimiento y Mantenimiento del Orden Divino en Terra."

Enki suspiró profundamente. "Aunque si una versión distorsionada y malinterpretada de este texto alguna vez llegara a vuestro mundo superficial, y sospecho que ecos de sus principios han alimentado las pesadillas de vuestros teóricos de la conspiración durante siglos, probablemente lo conoceríais bajo un nombre mucho más infame y terrenal: 'Los Protocolos de los Sabios de Sión'."

Aria ahogó un grito. Conocía ese nombre. En Umbría, se estudiaba como un ejemplo clásico de falsificación histórica, un texto antisemita usado para justificar atrocidades. Verlo aquí, en su supuesta forma original, escrito por la mano de un "dios" Anunnaki... era una revelación que helaba la sangre.

"¡Ese libro!" exclamó, su voz apenas un susurro. "Pero... se supone que es una farsa, una invención para sembrar el odio..."

"Las farsas humanas, niña maga," la interrumpió Enki con suavidad, "a menudo tienen sus raíces más profundas en verdades o planes mucho más antiguos y extraños de lo que vuestra especie puede imaginar. Lo que encontráis en vuestro mundo son, con frecuencia, ecos distorsionados, fragmentos corrompidos de conocimientos o intenciones que se originaron mucho más allá de vuestra comprensión." Señaló el libro. "Este... este es el original de mi hermano Enlil. Su gran y terrible plan para la 'estabilidad' y el 'progreso dirigido' de Terra, escrito en su propia y divina mano antes de que los eventos cósmicos actuales lo dejaran... temporalmente incapacitado para continuar con su plena implementación."

Con un gesto, Enki activó una función en la mesa redonda, y las páginas del libro comenzaron a proyectarse holográficamente en el aire, traducidas a un lenguaje que todos podían entender.

Ahí estaban dictadas, con una lógica fría y una claridad aterradora, las reglas que, según Enlil, debería seguir la Tierra para alcanzar su "verdadero potencial" bajo la guía Anunnaki:

Establecimiento de una jerarquía social global estrictamente definida, con una élite gobernante (humana, pero cuidadosamente seleccionada y guiada por los Anunnaki) en la cúspide. Control absoluto sobre todos los recursos naturales y energéticos del planeta, gestionados "eficientemente" por corporaciones designadas por los Anunnaki. Supresión sistemática de todo conocimiento mágico o espiritual no autorizado o "desviado" que pudiera desafiar el Orden establecido o despertar potenciales humanos "peligrosos". Implementación de sistemas económicos globales diseñados para crear dependencia y asegurar un flujo constante de riqueza y recursos hacia los centros de poder Anunnaki. Una red de vigilancia constante, utilizando tecnología avanzada y agentes humanos infiltrados, para monitorizar y neutralizar cualquier forma de disidencia o rebelión antes de que pudiera florecer. El uso estratégico del miedo, la división y el conflicto controlado entre las naciones humanas para evitar la formación de una resistencia unificada y para justificar la necesidad de la "firme guía" Anunnaki. La promoción de una única religión estatal global, una fachada de espiritualidad que en realidad reforzaría la adoración (directa o indirecta) de los Anunnaki como los verdaderos dioses y benefactores de la humanidad.

Aria leyó, o más bien sintió, estas directrices con un horror creciente. Era el manual de cada tirano, de cada imperio opresor a lo largo de la historia, solo que magnificado a una escala Anunnaki, con la fría lógica de un dios que veía a la humanidad como poco más que un rebaño inteligente que necesitaba ser pastoreado con mano de hierro.

"El Orden de Enlil," murmuró Merlín, su rostro una máscara de sombría comprensión. "No es el Caos de Nyx ni la locura de Cthulhu. Es la tiranía perfecta, el control absoluto disfrazado de necesidad y eficiencia. Y esto... esto es lo que él considera 'salvar' a la humanidad."

Quetzal asintió, sus ojos ámbar reflejando una tristeza ancestral. "La serpiente que se muerde la cola, ofreciendo jaulas doradas y llamándolas paraísos. Una historia tan antigua como la primera ciudad construida con lágrimas y huesos."

La ciudadela de Ki'Gal, el asombroso "nuevo mundo" que habían descubierto, ahora se revelaba no solo como un refugio Anunnaki, sino como el centro de planificación de un proyecto de dominación global de una sutileza y una ambición aterradoras. Enlil, su desesperado y potencial aliado contra Cthulhu, era también el arquitecto de una de las prisiones más grandes jamás concebidas para el espíritu humano.