Capitulo 10

A medida que los días cálidos y opulentos de mediados del verano de 1473 bañaban con su luz dorada los campos ondulantes que circundaban la venerable capital de Kioto, Ashikaga Yoshihisa, imbuido de la astucia estratégica de un comandante que evalúa meticulosamente el terreno recién conquistado, sintió la apremiante necesidad de convocar a su círculo más íntimo de confidentes leales para llevar a cabo un balance discreto y exhaustivo de los primeros pero significativos frutos de sus proyectos secretos, aquellos que se habían gestado en las sombras del palacio y habían comenzado a extender sus raíces silenciosamente en el tejido de la capital y sus alrededores. Bajo la apariencia cuidadosamente elaborada de un paseo informal destinado a aliviar las tensiones inherentes a la vida en la corte y a la creciente carga de sus responsabilidades ocultas, Yoshihisa orquestó un encuentro clandestino en un claro apartado y bien escondido, un santuario de privacidad natural abrazado por la densa y protectora vegetación de las colinas boscosas que se alzaban majestuosamente al oeste de Kioto, lejos de las miradas curiosas y los oídos indiscretos. Su guardia personal, un grupo selecto de hombres cuya lealtad era tan inquebrantable como su discreción, rodeaba el perímetro del claro con una vigilancia silenciosa y eficiente, tejiendo una invisible red de seguridad que aseguraba la absoluta privacidad de la reunión y protegía a sus líderes de cualquier intrusión inesperada.

Allí, congregados bajo la sombra moteada de los árboles centenarios, se encontraban los pilares fundamentales de las iniciativas secretas de Yoshihisa: Takenaka Shigeharu, cuya mente analítica y cuya diligencia metódica habían demostrado ser invaluables en la planificación y ejecución de los proyectos urbanos; Taro, el silencioso y extraordinariamente perseverante administrador de la incipiente pero prometedora empresa minera, un hombre cuya dedicación a la tarea encomendada era tan sólida como las rocas que excavaba; y el capitán de su guardia personal, un guerrero curtido y de pocas palabras, cuya lealtad incondicional hacia el joven shogun era un baluarte de seguridad en un mundo lleno de incertidumbres y traiciones potenciales. Cada uno de ellos había llegado al claro por caminos separados y a horas cuidadosamente escalonadas, siguiendo rutas sinuosas y evitando cualquier contacto que pudiera despertar la más mínima sospecha sobre la naturaleza secreta de su encuentro.

Yoshihisa, a pesar de su apariencia aún infantil, irradiaba una autoridad tranquila y una seriedad prematuro que imponía respeto incluso a sus colaboradores más experimentados. "Os he convocado aquí," comenzó diciendo, su voz sorprendentemente firme y resonante para su corta edad, "para evaluar con detenimiento el progreso de las empresas que hemos iniciado en secreto, lejos de los ojos del consejo y de la atención de los daimyo. Ha transcurrido un tiempo considerable desde que pusimos en marcha estos proyectos, un lapso suficiente para observar los primeros resultados tangibles de nuestros esfuerzos."

Takenaka Shigeharu fue el primero en presentar su informe sobre la fase inicial de la ambiciosa revitalización de Kioto. " *Shōgun-sama*," comenzó diciendo con su habitual tono metódico, desplegando unos pergaminos cuidadosamente enrollados que contenían detallados diagramas y anotaciones, "la reorganización de las vías principales en el bullicioso distrito comercial ha avanzado de acuerdo con los planes iniciales. Hemos encontrado una resistencia considerable por parte de algunos comerciantes establecidos, reacios a alterar sus puestos y sus rutinas, pero la mayoría ha comenzado a comprender gradualmente los beneficios a largo plazo de un flujo de tráfico más eficiente y ordenado. La implementación del sistema rudimentario de canales de drenaje en las zonas más insalubres de la ciudad ha comenzado a mostrar una mejora notable en los niveles de higiene y en la reducción de los focos de enfermedades, aunque la construcción subterránea ha resultado ser una tarea más laboriosa y compleja de lo que habíamos previsto inicialmente, debido a la naturaleza del terreno y a la falta de experiencia generalizada en este tipo de ingeniería."

Luego, Takenaka detalló los diversos desafíos técnicos que habían surgido durante la excavación de los canales, la necesidad de realizar ajustes sobre la marcha en los diseños iniciales para adaptarse a las condiciones del suelo y los costos ligeramente superiores a las estimaciones iniciales debido a la complejidad inesperada de algunas secciones. Sin embargo, concluyó su informe con un tono cautelosamente optimista, señalando la creciente aceptación del proyecto por parte de los ciudadanos de a pie y los primeros signos tangibles de una mejora en la calidad de vida en las áreas donde las reformas ya se habían implementado.

Taro tomó la palabra a continuación, su informe conciso y directo al grano, pero cargado de implicaciones significativas. " *Shōgun-sama*," informó con su habitual parquedad, su mirada fija en el joven shogun, "las exploraciones iniciales que hemos llevado a cabo en las regiones montañosas del norte han dado sus primeros frutos prometedores. Hemos logrado localizar varias vetas de mineral de hierro de una calidad notable, aunque la extracción inicial ha tenido que mantenerse a una escala limitada debido a la imperiosa necesidad de establecer operaciones discretas que no llamaran la atención y de capacitar a los mineros locales con las nuevas técnicas de extracción y las herramientas mejoradas que les hemos proporcionado. La producción, aunque todavía modesta en volumen, es constante y segura, lo que nos permite tener una fuente confiable, aunque pequeña, de este recurso vital."

Taro también mencionó los constantes desafíos de mantener el secreto absoluto de la operación minera, la necesidad de expandir la búsqueda a otras regiones potencialmente ricas en minerales para asegurar un suministro a largo plazo que pudiera satisfacer las crecientes demandas, y la importancia de mejorar las técnicas de extracción para aumentar la eficiencia y la producción. Sin embargo, su informe confirmó de manera inequívoca que la visión estratégica de Yoshihisa de establecer una fuente de minerales controlada directamente por el shogunato comenzaba a materializarse de manera tangible.

El capitán de la guardia personal presentó su informe sobre el impacto de sus patrullas regulares en la capital. " *Shōgun-sama*," dijo con su voz grave y autoritaria, sus ojos reflejando la seriedad de su deber, "la presencia constante y visible de nuestros hombres bien entrenados patrullando las calles de Kioto ha tenido un efecto disuasorio notable en la actividad delictiva. Los incidentes de robo, altercados y otros disturbios han disminuido significativamente en las áreas donde nuestras patrullas se realizan de manera regular y sistemática. Nuestra presencia uniformada y disciplinada también ha sido percibida por algunos de los daimyo que residen temporalmente en la capital como una demostración tangible de la creciente autoridad y el firme control del shogunato sobre Kioto."

El capitán también mencionó la necesidad de aumentar el número de guardias bajo su mando para poder extender las patrullas a otras áreas de la ciudad que aún sufrían de inseguridad y la importancia crucial de mantener la disciplina, la lealtad inquebrantable y la integridad de sus hombres para evitar cualquier sombra de corrupción o abuso de poder que pudiera socavar la creciente influencia del shogunato en la capital.

 

Yoshihisa escuchó atentamente los informes detallados de cada uno de sus confidentes, su joven mente analizando fríamente los éxitos alcanzados, los desafíos superados y las implicaciones estratégicas de cada proyecto en curso. A pesar de los contratiempos inevitables y las dificultades inherentes a cualquier empresa de esta magnitud, los resultados iniciales eran innegablemente alentadores. El flujo del comercio en ciertos distritos de Kioto comenzaba a experimentar una mejora notable, la higiene en las áreas intervenidas mejoraba lentamente pero de manera constante, una fuente segura, aunque aún modesta, de minerales esenciales comenzaba a tomar forma en las profundidades de las montañas, y la autoridad del shogunato se hacía sentir de una manera más tangible y efectiva en el corazón de la capital.

La reunión secreta a las afueras de Kioto se extendió, permitiendo a Ashikaga Yoshihisa sondear el progreso de todas sus iniciativas secretas. Tras los informes de Takenaka sobre Kioto, Taro sobre la minería y el capitán de la guardia sobre la seguridad, el ambiente se llenó de una expectación silenciosa mientras otros colaboradores, hasta ahora ocultos entre los guardias, se unían al círculo. Entre ellos se encontraban el anciano maestro de forja, con sus manos curtidas y su mirada sabia; un joven y astuto mercader, con una mente aguda para los negocios; y el maestro constructor naval, con planos enrollados bajo el brazo.

Yoshihisa se dirigió primero al maestro de forja. "Maestro," dijo con respeto, "informadnos sobre los avances en la mejora de nuestras técnicas de forja y la producción de herramientas agrícolas."

El anciano se inclinó. " *Shōgun-sama*," respondió con voz ronca pero orgullosa, "las nuevas técnicas de templado y aleación que me habéis instruido investigar han dado resultados notables. Las herramientas agrícolas que estamos produciendo son más duraderas y eficientes que cualquier otra que haya visto. Las hoces cortan con mayor facilidad, las azadas resisten mejor el trabajo duro y las puntas de arado son más fuertes. La demanda entre los campesinos de nuestras tierras de prueba ha superado con creces nuestra capacidad de producción actual."

El maestro de forja también mencionó los avances en la producción de acero de mayor calidad para las armas de la guardia, confirmando que las técnicas secretas estaban dando sus frutos en ambos ámbitos.

A continuación, Yoshihisa se dirigió al joven mercader. "Mercader-dono," dijo con un tono inquisitivo, "¿cómo se está desarrollando el nuevo sistema de comercio que pusimos en marcha a través de nuestro puerto interior y las rutas terrestres discretas?"

El mercader sonrió con entusiasmo. " *Shōgun-sama*," respondió con vivacidad, "el volumen de mercancías que fluye a través del puerto interior ha aumentado de manera constante. El establecimiento de acuerdos comerciales con mercaderes locales y algunos contactos en provincias vecinas está generando ingresos significativos. La reducción de los impuestos en nuestro puerto y la seguridad que ofrecen sus guardias han atraído a muchos comerciantes que antes evitaban las rutas más peligrosas. Los nuevos productos agrícolas mejorados también están encontrando un mercado favorable en Kioto, generando ganancias tanto para los campesinos como para nuestros almacenes."

El mercader detalló los productos más demandados, las rutas comerciales más exitosas y los desafíos logísticos que estaban superando, pintando un cuadro de una empresa comercial en crecimiento constante.

 

Yoshihisa se dirigió al maestro constructor naval. "Maestro constructor," dijo con interés, "informadnos sobre el progreso en la construcción de los nuevos barcos en nuestro astillero secreto."

El maestro constructor desplegó sus planos con orgullo. " *Shōgun-sama*," explicó, señalando los intrincados diseños, "la construcción de los primeros barcos está avanzando según lo previsto. Estamos utilizando las nuevas técnicas de construcción naval que me habéis descrito, lo que nos permite construir embarcaciones más robustas, más rápidas y con mayor capacidad de carga que los barcos convencionales de este tamaño. La implementación de la quilla central y el diseño mejorado del casco están dando resultados notables en términos de estabilidad y maniobrabilidad. El primer barco estará listo para botadura en unos pocos meses."

El maestro constructor también habló de la capacitación de nuevos carpinteros de ribera en las técnicas avanzadas y la adquisición discreta de los materiales necesarios para la construcción continua.

Yoshihisa escuchó estos informes con una satisfacción contenida. Los frutos de sus inversiones secretas estaban comenzando a manifestarse en diversos sectores. La agricultura mejorada prometía aumentar la productividad y la prosperidad en sus tierras. La forja avanzada no solo mejoraba su capacidad militar, sino también la calidad de vida de los campesinos. El comercio floreciente generaba ingresos crecientes y fortalecía su influencia económica. Y el astillero secreto comenzaba a dar forma a una futura capacidad naval que podría otorgarle una ventaja estratégica invaluable.

"Los resultados que me presentáis hoy son alentadores," dijo Yoshihisa, su mirada recorriendo a cada uno de sus colaboradores. "Demuestran el potencial de nuestras iniciativas y la validez de nuestra visión. Sin embargo, debemos recordar que el secreto y la cautela siguen siendo nuestros mayores aliados. A medida que nuestros proyectos crezcan y sus frutos se hagan más evidentes, debemos ser aún más cuidadosos para no despertar la atención indebida de aquellos que podrían oponerse a nuestro progreso."

La reunión secreta continuó extendiéndose bajo el sol estival, abarcando la totalidad del espectro de las iniciativas clandestinas de Ashikaga Yoshihisa. Tras los informes sobre la agricultura, la forja, el comercio y la construcción naval, la atención se centró en dos áreas más de su interés estratégico: la industria textil y la exploración de nuevos yacimientos minerales.

Yoshihisa se dirigió a un hombre hasta ahora apartado, un mercader con conocimientos especializados en la producción y distribución de tejidos. "Mercader de textiles," comenzó Yoshihisa, su tono mostrando un interés particular, "informadnos sobre los avances en la mejora de la calidad de nuestros textiles y la organización de su producción."

 

La reunión secreta en el claro oculto recibió a una nueva figura cuando llegó Lady Kiku, una mujer de linaje noble pero con una mente excepcionalmente aguda para los negocios y una habilidad innata para comprender los intrincados procesos de la producción textil. Su presencia en este cónclave clandestino subrayaba la creciente importancia que Ashikaga Yoshihisa otorgaba a la revitalización de la industria textil como un pilar fundamental de su estrategia económica.

Con una reverencia elegante, Lady Kiku se dirigió a Yoshihisa. " *Shōgun-sama*," comenzó con una voz suave pero firme, transmitiendo una mezcla de respeto y confianza en su propio conocimiento, "me honra presentaros el informe sobre el progreso de la industria textil que me habéis encomendado supervisar."

Desplegó muestras de tejidos primorosamente elaborados, cuyos colores vibrantes y la delicadeza de su trama contrastaban con la calidad más burda de los textiles comunes de la época. "Como sabéis," continuó Lady Kiku, "siguiendo vuestras directrices, hemos invertido discretamente en la adquisición de telares de diseño avanzado, algunos de los cuales incorporan mecanismos que, aunque rudimentarios en comparación con lo que vuestra visión nos ha insinuado, representan una mejora significativa en la velocidad y la complejidad del tejido."

Explicó cómo habían establecido talleres secretos, ubicados en propiedades discretas dentro y en los alrededores de Kioto, donde artesanos cuidadosamente seleccionados y de absoluta confianza trabajaban bajo su supervisión. Se habían implementado nuevas técnicas de hilado, permitiendo obtener hilos más finos y resistentes, y se habían experimentado con tintes naturales de mayor calidad, logrando colores más intensos y duraderos.

"El resultado," prosiguió Lady Kiku, presentando las muestras, "son tejidos de una calidad que comienza a rivalizar con las importaciones más preciadas. La finura de la seda trabajada con los nuevos telares es excepcional, y el algodón tejido con las técnicas mejoradas ofrece una resistencia y una suavidad superiores. Incluso en la producción de lino y cáñamo, hemos logrado avances notables en la uniformidad y la durabilidad de las fibras."

Lady Kiku también detalló la organización de la producción, explicando cómo habían establecido un sistema discreto para la adquisición de materias primas de alta calidad, utilizando redes de comerciantes de confianza que no sospechaban el verdadero destino de sus mercancías. Habló de la capacitación gradual de más artesanos en las nuevas técnicas, asegurando la preservación del conocimiento y la posibilidad de una expansión futura.

"La demanda inicial," informó Lady Kiku con una sonrisa sutil, "ha sido muy prometedora. Hemos presentado muestras de nuestros tejidos mejorados a ciertos miembros de la nobleza y a mercaderes selectos de Kioto, quienes han mostrado un gran interés y han realizado pedidos discretos. La calidad superior de nuestros productos nos permite establecer precios competitivos, generando ingresos que reinvertimos cuidadosamente en la expansión de la producción y la investigación de nuevas técnicas y tintes."

Concluyó su informe destacando los desafíos que aún enfrentaban, como la necesidad de mantener el secreto de sus operaciones, asegurar un suministro constante de materias primas de alta calidad y evitar despertar la atención de los gremios textiles establecidos, que podrían ver sus innovaciones como una amenaza.

Ashikaga Yoshihisa escuchó atentamente el informe de Lady Kiku, su rostro mostrando una satisfacción evidente. La revitalización de la industria textil era una pieza clave de su plan para fortalecer la economía del shogunato, creando riqueza, generando empleo y reduciendo la dependencia de importaciones costosas. La habilidad organizativa y el conocimiento técnico de Lady Kiku habían demostrado ser invaluables.

"Lady Kiku," dijo Yoshihisa con un tono de sincero aprecio, "habéis realizado un trabajo excepcional. Los resultados que presentáis hoy superan mis expectativas. La calidad de estos tejidos es un testimonio de vuestra dedicación y vuestra comprensión de este arte. La revitalización de nuestra industria textil no solo nos proporcionará productos de alta calidad para nuestro propio uso y para el comercio, sino que también sentará las bases para futuras innovaciones en este sector."

Yoshihisa enfatizó la importancia de continuar trabajando con la misma discreción y diligencia, instando a Lady Kiku a seguir explorando nuevas técnicas y a expandir la producción de manera gradual y segura. La visión de un shogunato próspero y autosuficiente se tejía, hilo a hilo, bajo la experta supervisión de Lady Kiku.

La reunión secreta prosiguió, y la atención se dirigió ahora a un proyecto de naturaleza más exploratoria y con implicaciones a largo plazo: la expedición encargada de investigar los componentes para la creación de un aglomerante superior, una sustancia que en la mente de Ashikaga Yoshihisa evocaba las estructuras duraderas del futuro. Un erudito anciano, versado en la alquimia temprana y el estudio de las rocas y minerales, se adelantó con un pergamino en sus manos temblorosas.

" *Shōgun-sama*," comenzó el erudito con una reverencia profunda, su voz tenue pero llena de la emoción del descubrimiento, "siguiendo vuestras indicaciones y las antiguas escrituras que me mostrasteis, hemos llevado a cabo una expedición discreta a las regiones montañosas al sur de Kioto. Buscábamos rocas calizas y otros minerales que, tras ser sometidos a un proceso de calcinación y mezcla, pudieran producir un material de unión más fuerte y duradero que la cal común."

El erudito desplegó el pergamino, revelando dibujos detallados de diferentes tipos de rocas y esquemas rudimentarios de hornos de calcinación. "Hemos localizado depósitos significativos de piedra caliza en las cercanías de [mencionar una ubicación ficticia]. Además, encontramos afloramientos de arcilla y lo que creemos que es sílice en áreas cercanas. Realizamos experimentos preliminares, calcinando pequeñas cantidades de piedra caliza y mezclándola con arcilla pulverizada y arena fina, siguiendo las proporciones que sugerían los textos antiguos."

El anciano hizo una pausa, su mirada brillando con entusiasmo. "Los resultados, *Shōgun-sama*, han sido sorprendentes. La mezcla resultante, al secarse, adquiere una dureza y una resistencia muy superiores a la de la cal tradicional. Hemos construido pequeños muros de prueba con este nuevo aglomerante, y demuestran una solidez notable. Creemos que, con una investigación y experimentación más profundas, podremos refinar el proceso y producir un material de construcción revolucionario."

El erudito también mencionó los desafíos encontrados durante la expedición, incluyendo la dificultad de transportar las rocas y construir los hornos rudimentarios en terrenos montañosos. Sin embargo, su informe transmitía un fuerte sentido de optimismo sobre el potencial de este nuevo material.

 

Ashikaga Yoshihisa escuchó con gran interés, su mente vislumbrando las posibilidades que este descubrimiento podría abrir para sus ambiciosos proyectos de construcción, especialmente la fortificación de Kioto. Un aglomerante más resistente y duradero no solo garantizaría la solidez de las estructuras, sino que también reduciría los costos de mantenimiento a largo plazo.

 

"Erudito," dijo Yoshihisa con un tono de profunda satisfacción, "habéis realizado un trabajo invaluable. Este descubrimiento podría tener implicaciones trascendentales para nuestros planes futuros. La creación de un material de construcción tan resistente nos proporcionará una ventaja significativa."

Yoshihisa instruyó al erudito a continuar sus investigaciones y a refinar el proceso de producción del nuevo aglomerante en secreto. Les asignó recursos adicionales y les instó a explorar la posibilidad de producirlo a mayor escala. La visión de una Kioto fortificada con muros inexpugnables, unidos por un secreto petrificado nacido del conocimiento ancestral y la experimentación, comenzaba a tomar forma en la mente del joven shogun. La expedición del cemento, aunque incipiente, representaba un paso audaz hacia la materialización de sus ambiciones más grandiosas.

Las horas habían transcurrido con una rapidez inusual bajo la sombra protectora de los árboles, mientras los confidentes de Ashikaga Yoshihisa desgranaban los detalles de sus respectivos proyectos secretos. La atmósfera, inicialmente cargada de la tensión inherente a una reunión clandestina, se había relajado gradualmente a medida que los informes revelaban un progreso tangible y un potencial prometedor. El sol había ascendido en el cielo hasta alcanzar su punto álgido, proyectando sombras más cortas y anunciando la llegada del mediodía.

Yoshihisa, consciente de la necesidad de mantener la discreción y evitar una ausencia prolongada que pudiera levantar sospechas en el palacio, declaró una pausa para el almuerzo. Sus guardias, previsores, habían preparado una comida sencilla pero nutritiva, dispuesta sobre manteles extendidos en la hierba: arroz cocido, pescado a la parrilla, verduras frescas y sake suave.

Mientras compartían la comida en silencio, interrumpido solo por el canto de los pájaros y el susurro de la brisa entre las hojas, Yoshihisa aprovechó el momento para reflexionar sobre lo que había escuchado. Los informes de Takenaka sobre la lenta pero constante transformación de Kioto, los descubrimientos de Taro en las entrañas de las montañas, el impacto de su guardia personal en la seguridad de la capital, el renacimiento de la industria textil bajo la guía de Lady Kiku y la prometedora expedición del cemento del erudito, todos convergían en una imagen de progreso silencioso pero significativo.

Cada iniciativa, aunque independiente en su ejecución, formaba parte de un plan maestro más amplio, tejido en secreto en la mente del joven shogun. La mejora de la agricultura aseguraría el sustento de sus tierras. La forja avanzada fortalecería su poder militar y mejoraría la calidad de vida. El floreciente comercio inyectaría riqueza en sus arcas. La construcción naval le proporcionaría una ventaja estratégica en las vías fluviales y, potencialmente, en las costas. La revitalización textil generaría ingresos y reduciría la dependencia de importaciones. Y el descubrimiento del cemento sentaría las bases para construcciones duraderas y defensivas.

Yoshihisa observó a sus colaboradores, cada uno absorto en sus propios pensamientos mientras comían. Eran hombres y mujeres de diferentes orígenes y habilidades, unidos por su lealtad hacia él y su participación en este silencioso movimiento de transformación. Su dedicación y su éxito hasta el momento eran un testimonio de la validez de su visión y de su capacidad para inspirar confianza.

Sin embargo, Yoshihisa también era consciente de los desafíos que aún se avecinaban. La resistencia de los conservadores en el consejo, la envidia potencial de los daimyo poderosos y la necesidad constante de mantener el secreto de sus actividades requerirían una vigilancia y una astucia continuas. El camino hacia un shogunato fortalecido y una nación más unificada sería largo y sinuoso.

Una vez que terminaron de comer y los restos del almuerzo fueron discretamente recogidos por los guardias, Yoshihisa se puso de pie, su mirada recorriendo a sus confidentes. "Hemos escuchado informes alentadores esta mañana," dijo con un tono que combinaba la satisfacción con una determinación inquebrantable. "Pero nuestro trabajo no ha terminado. Hay más aspectos que debemos discutir y planes para el futuro que debemos trazar. Continuaremos nuestra reunión esta tarde."

Con un asentimiento colectivo, sus colaboradores se prepararon para la segunda parte del cónclave secreto, sabiendo que la visión de Ashikaga Yoshihisa era vasta y que el camino hacia su realización apenas había comenzado. La sombra de la ambición silenciosa se extendía sobre el claro, prometiendo más revelaciones y estrategias para el futuro.