PUNTO DE VISTA DE ARIA
La puerta de la celda se cerró de golpe, los barrotes de metal gimiendo mientras el Alfa Darío me encerraba. Instantáneamente me lancé hacia adelante, agarrando los barrotes.
—¡Me prometiste cinco días! —grité, mi voz haciendo eco en las paredes de piedra.
—Te prometí que no serías lastimada —corrigió Darío fríamente—. Nunca dije dónde te quedarías durante ese tiempo.
Las habitaciones subterráneas debajo de la casa del Alfa rara vez se usaban. Olían a humedad y moho. Una sola bombilla colgaba del techo, creando sombras extrañas.
—¿Dónde está Mira? —pregunté.
—Tu amiga está en una celda cercana —dijo Darío—. Compórtate, y podrás verla mañana.
Mi estómago se retorció de preocupación. ¿Habría encontrado la llave que deslicé en su bolsillo? Necesitaba saberlo, pero preguntar solo lo haría sospechar.
—No te saldrás con la tuya —dije, tratando de sonar fuerte a pesar de mi miedo—. Los trillizos van a...