El cristal se rompió en mis manos, liberando un destello cegador de luz. Grité mientras la energía me atravesaba, quemando como un relámpago en mi sangre. La Cámara Lunar temblaba violentamente a nuestro alrededor.
—¡Tenemos que salir ahora! —gritó Kael sobre el fuerte estruendo.
Enormes trozos del techo se desplomaron, apenas esquivándonos. Jaxon levantó a Lucien, que seguía débil pero consciente. Mira ayudó a Elira hacia la salida que había aparecido repentinamente en la pared lejana.
Pero yo no podía moverme. El vínculo roto dejó un vacío hueco dentro de mí que dolía más que cualquier dolor físico.
—¡Aria! —Kael extendió su mano hacia mí, pero atravesó la luz dorada que ahora rodeaba mi cuerpo. Sus ojos se abrieron de par en par—. ¿Qué te está pasando?
Miré mis manos. Mi piel brillaba desde dentro, pulsando con el ritmo de mi corazón. Donde habían estado las líneas rojo oscuro de la maldición, ahora fluían patrones dorados como ríos de luz.