PUNTO DE VISTA DE ARIA
Me agaché entre la hierba alta, mi forma de loba plateada perfectamente inmóvil. Treinta lobos esperaban detrás de mí, sus ojos fijos en mi cola esperando la señal. El enorme grupo de alces pastaba tranquilamente adelante, sin percatarse de nuestra presencia.
Esta no era una cacería cualquiera. Era mi primera cacería como Alfa –una costumbre más antigua que cualquier lobo pudiera recordar. Si fracasaba, la manada lo vería como una señal de que la Diosa de la Luna había cometido un error al elegirme.
Sin presión.
—¿Lista? —los pensamientos de Kael tocaron los míos a través de nuestro vínculo.
—Tanto como puedo estarlo —respondí, tratando de ignorar las mariposas en mi estómago.
Levanté ligeramente mi cola. El grupo de caza se tensó, listo para saltar. Con un movimiento rápido, bajé mi cola y me lancé hacia adelante.