—¡Sujetadlo! —grité mientras el cuerpo de Jaxon se sacudía violentamente en la parte trasera de la furgoneta. Sus ojos seguían completamente negros, y esa terrible sonrisa retorcía su rostro.
Este no era mi Jaxon. Era algo más —algo antiguo y maligno.
Kael y Lucien sujetaron los brazos de Jaxon mientras yo presionaba mis manos contra su pecho. Incluso a través de su camisa, su piel ardía como fuego. Los bebés dentro de mí pateaban furiosamente, como si pudieran sentir el peligro.
—¿Qué le está pasando? —preguntó Lucien, luchando por mantener el brazo de Jaxon abajo.
—El Primer Enemigo —explicó Emma, revisando el corazón de Jaxon—. Es un espíritu antiguo que estaba atrapado en esa talla de piedra. Los expertos combinaron su ADN con el de Jaxon.
La cosa dentro de Jaxon se rió —un sonido que me heló la sangre.
—Lobos pequeños tan fuertes —dijo con una voz que no era la de Jaxon—. ¿Creéis que podéis detenerme? He esperado siglos para ser libre.