PUNTO DE VISTA DE ARIA
Un aullido cortó la noche, enviando escalofríos por mi columna. Casi dejé caer el mapa que estaba estudiando.
—Se están acercando —susurré, corriendo hacia la ventana. La Luna de Sangre colgaba como un gran ojo rojo en el cielo, observando cada uno de nuestros movimientos.
Los exploradores irrumpieron por la puerta, sus ropas rasgadas y ensangrentadas. —¡Luna Aria! ¡La línea oriental ha sido quebrada! Esas... esas cosas... ¡no se detienen!
Agarré mi cuchillo de plata. —¿Cuántos?
—Al menos cincuenta criaturas, moviéndose rápido. El Alfa Kael los está conteniendo, pero son más fuertes que antes.
Lucien apareció a mi lado, su rostro sombrío. —Tus hijos están a salvo en el búnker con el Anciano Malin. Jaxon los está vigilando personalmente.
El alivio me invadió, pero solo por un momento. Toda nuestra manada—no, el mundo entero de los hombres lobo—aún pendía de un hilo.
—¿Alguna noticia de las otras manadas? —pregunté, atando el cuchillo a mi muslo.