—La elección es tuya, Alfa de la Luna —dijo la criatura—. Pero elige rápido. Los Señores de las Sombras han encontrado este lugar.
Como si fueran invocados por sus palabras, el sonido de gritos llegó desde fuera del Archivo. La batalla nos había seguido hasta aquí.
Miré el libro en mis manos. Todo lo que tenía que hacer era abrirlo, leer el rito y aceptar que los cuatro moriríamos para salvar a todos los demás.
Debería haber sido una elección fácil. Las vidas de cuatro personas contra las vidas de miles de millones.
Pero no eran cuatro personas cualquiera. Eran mi vida. Mi corazón. Mi alma.
—Aria —la voz suave de Lucien llegó a través del vínculo—. Está bien. Te amamos. Eso es suficiente.
Tomé un gran respiro y abrí el libro.
En el momento en que mis ojos tocaron las antiguas palabras, el fuego explotó en mi mente. El conocimiento se vertió como metal líquido, grabándose en mis pensamientos. Vi el ritual en perfecto detalle: cada gesto, cada palabra, cada sacrificio necesario.