Capítulo 8: Lazos de fuego y traiciones ocultas

La llamada terminó, pero la voz de Zhang Wei permanecía en la mente de Luo Zheng, como un eco insistente que no dejaba espacio para la duda. ¿Hermandad del Loto Eterno? ¿Observar su despertar? Eran palabras que resonaban con un peso ancestral, pero también con la promesa de una alianza inesperada.

Luo se recostó contra la pared de su modesto apartamento, respirando profundamente. Las cicatrices de la batalla en el Reino Carmesí ardían en su alma, y la advertencia de Yinyang le recordaba que la oscuridad aún anidaba dentro de él.

No podía permitirse más errores. Tenía que ser más astuto, más fuerte, y sobre todo, no dejarse cegar por el poder que le consumía.

El encuentro

Tres días después, bajo la luz tenue de un atardecer entre la maraña de rascacielos de la ciudad, Luo Zheng caminaba hacia un café escondido en un callejón estrecho. El lugar, aparentemente insignificante, era conocido solo por unos pocos cultivadores: un refugio neutral donde convergían secretos y alianzas.

Al entrar, el olor a té de jazmín y a madera vieja le calmaron por un momento. En una mesa apartada, un hombre de mediana edad lo esperaba, vestido con ropajes sencillos pero con una energía que emanaba autoridad.

Zhang Wei levantó la mirada, sus ojos revelaban siglos de sabiduría y cicatrices invisibles.

—Luo Zheng —dijo con voz profunda—. Gracias por venir. Sé que el llamado no fue sencillo.

Luo se sentó sin decir palabra, observando al hombre. Había algo en él que inspiraba respeto, pero también precaución.

—He seguido tus pasos —continuó Zhang Wei—. No solo tu habilidad con el Camino Carmesí del Loto, sino también la forma en que has sobrevivido a la secta digital. No son enemigos comunes. Su tecnología, sus métodos... son un puente entre el antiguo y el moderno, y usan ambos para cazar cultivadores.

—¿Qué quieren realmente? —preguntó Luo, frunciendo el ceño.

—Control. Poder absoluto. No solo sobre el qi, sino sobre la información, las mentes y el destino mismo. Por eso la Hermandad del Loto Eterno ha decidido salir de las sombras. Tú eres la clave para evitar que eso suceda.

Luo sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. La lucha iba mucho más allá de lo que había imaginado.

Una revelación inesperada

Zhang Wei extendió una mano y, con un gesto, una pantalla holográfica emergió frente a ellos. En ella, se mostraba una figura oscura: un hombre de mirada fría y sonrisa torcida, con un tatuaje en forma de loto carmesí en el cuello.

—Este es Han Rui —dijo Zhang—. Fue tu hermano de secta hace años, y ahora tu mayor traidor.

Luo abrió los ojos con incredulidad. Han Rui era una leyenda caída, un cultivador brillante que había desaparecido tras una serie de eventos que llevaron a la destrucción de su antigua secta. Nunca imaginó que fuera él quien estaba detrás de la traición que casi lo había destruido.

—¿Por qué lo haría? —susurró Luo, recordando los momentos de su vida que ahora cobraban otro sentido—. ¿Por qué destruir lo que ambos construimos?

—Porque él busca el poder absoluto, y está dispuesto a cualquier cosa para conseguirlo. Está aliado con la secta digital, y su ambición amenaza con desequilibrar el mundo de la cultivación y el mundo moderno.

Un plan y una promesa

Zhang Wei se inclinó hacia adelante, su mirada intensa clavada en Luo.

—Necesitamos que uses tu conocimiento y poder para infiltrarte en la red de Han Rui y detenerlo antes de que pueda completar su plan.

—¿Y qué pasa con el Camino Carmesí? —preguntó Luo, su voz tensa—. Siento que me está consumiendo.

—Esa es la prueba más dura. Pero recuerda lo que te dijo Yinyang: el Camino Carmesí es una prisión y una llave. Solo dominándolo por completo podrás liberarte y liberar al mundo.

Luo cerró los ojos un momento, sintiendo el peso de la responsabilidad. Sabía que esta vez no podía fallar.

—Lo haré —dijo finalmente—. Pero necesito entrenar, prepararme. No puedo enfrentar a Han Rui sin estar al cien por ciento.

Zhang asintió, y un brillo en sus ojos mostró orgullo y esperanza.

—Entonces empieza ahora, Luo Zheng. Porque el tiempo corre en nuestra contra, y la sombra de la traición se extiende más rápido de lo que imaginas.

La amenaza se acerca

Esa misma noche, Luo estaba en su apartamento cuando escuchó un golpe seco en la puerta. Su corazón se aceleró. La sombra de la secta digital ya había cruzado la línea de lo virtual y ahora se acercaba físicamente.

Abrió lentamente y encontró a una joven con ojos penetrantes, sonrisa enigmática y un aura que mezclaba peligro y misterio.

—Mi nombre es Mei Ling —dijo ella—. Vengo por una oferta: una alianza. Han Rui nos quiere a todos destruidos, y su poder crece. Solo juntos podemos sobrevivir.

Luo la observó, desconfiado pero consciente de que en esta guerra, los enemigos podían ser también aliados temporales.

—Habla —ordenó.

Mei Ling sacó un pequeño dispositivo, un smartphone modificado con runas antiguas, y dijo:

—Con esto podemos rastrear los movimientos de Han Rui dentro y fuera del Reino Carmesí. Pero necesito tu fuerza y conocimiento para activar su poder.

Un nuevo capítulo de la lucha comenzaba, donde el pasado, el presente, y lo espiritual se entrelazaban en una danza mortal.