Capítulo 12: Ecos del Pasado y Fuego en el Presente

El aire era pesado, cargado con la electricidad que precede a una tormenta. Luo Zheng, Mei Ling y Feng Wu avanzaban en silencio por las calles desiertas del distrito antiguo, alejándose del caos que minutos antes había amenazado con devorar la ciudad entera. Las luces de neón se reflejaban en los charcos de agua, salpicados de residuos de un enfrentamiento que parecía sacado de otra era.

Luo notaba cada músculo tenso en su cuerpo; el agotamiento de la batalla no solo era físico, sino espiritual. Cada uso del Camino Carmesí del Loto quemaba un fragmento de su voluntad, una energía ancestral que parecía querer reclamarlo, convertirlo en un mero espectro en llamas.

El Silencio Antes de la Tormenta

Feng Wu caminaba delante, sus pasos seguros y mesurados. Luo miró hacia atrás, viendo a Mei Ling con el ceño fruncido, los ojos brillando con una mezcla de preocupación y determinación.

—¿Qué haremos ahora? —preguntó Luo, su voz ronca, llena de fatiga.

Feng Wu se detuvo, giró lentamente y clavó en ellos una mirada intensa.

—Han Rui no es el único enemigo. Ni siquiera es el más peligroso. La corrupción que afecta al Qi es más profunda, más vieja que cualquier secta o banda que conozcan.

—¿Qué quieres decir? —intervino Mei Ling, cruzando los brazos.

Feng Wu sacudió la cabeza, como si tratara de expulsar un recuerdo desagradable.

—Hace siglos, existió una antigua civilización cultivadora que alcanzó un nivel tan alto que desafió las leyes mismas del universo. Crearon sellos para contener fuerzas que ni siquiera podían comprender, pero esos sellos han empezado a debilitarse. Si esos poderes se liberan, no habrá ciudad ni secta que pueda sobrevivir.

Luo tragó saliva, sintiendo cómo su pulso se aceleraba.

—¿Y qué tiene eso que ver con nosotros?

—Todo —respondió Feng Wu—. Ustedes, Luo Zheng y Mei Ling, tienen la llave para evitar que eso suceda.

Una Noche Bajo la Luna Sangrienta

Esa noche, se refugiaron en un pequeño apartamento que Feng Wu había preparado en las afueras de la ciudad, lejos de las cámaras y el control digital de las sectas.

Luo se sentó en el suelo, agotado. Mei Ling se acercó y, sin mediar palabra, apoyó su cabeza en su hombro. El silencio entre ellos estaba lleno de palabras no dichas, de promesas y miedos.

—Nunca pensé que mi segunda oportunidad sería tan… difícil —susurró Luo.

—Pero no estás solo —respondió ella—. Y no tienes que cargar con esto todo el tiempo.

Luo sonrió débilmente y la tomó de la mano. La tensión del día parecía disiparse por un momento.

Pero entonces, una sombra cruzó la ventana.

La Visión de un Fantasma

Luo se levantó de golpe, alertado. Feng Wu apareció en el umbral, con una expresión grave.

—No tenemos tiempo. Han Rui está preparando su próximo movimiento. Y tú, Luo, debes prepararte también.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Luo.

Feng Wu sacó un antiguo pergamino que parecía vibrar con una energía propia.

—Esto es el Libro de las Sombras Carmesíes. Contiene los secretos olvidados del Camino Carmesí del Loto. Pero hay un precio: solo puede ser leído por aquellos que estén dispuestos a enfrentar su propio abismo.

Luo sintió un escalofrío recorrer su columna. Sabía que aceptar ese libro significaba adentrarse en un camino del que no podría regresar igual.

Pero también sabía que era la única forma de ganar.

El Ritual del Loto Carmesí

Bajo la luz de la luna llena, Luo se sentó frente a un círculo de fuego espiritual que Mei Ling y Feng Wu habían preparado. Las llamas danzaban con un color carmesí que parecía absorber la luz a su alrededor.

—Este ritual —explicó Feng Wu— activará tu conexión con el Loto Carmesí, pero te mostrará tus mayores miedos y tentaciones.

Luo cerró los ojos, respiró hondo, y cuando la primera llama tocó sus manos, el mundo a su alrededor se desvaneció.

Un Viaje Dentro del Alma

En un espacio suspendido entre realidad y sueño, Luo vio imágenes fragmentadas: la ciudad en ruinas, rostros conocidos de su pasado, las caras de sus enemigos, pero también la de una mujer misteriosa envuelta en sombras, sus ojos llenos de un poder que parecía atraerlo y repelerlo a la vez.

Una voz resonó en su mente.

—Luo Zheng, ¿estás listo para aceptar tu destino? ¿O seguirás huyendo del abismo que arde dentro de ti?

Luo sintió el peso de la pregunta como un martillo, golpeando su alma.

Entonces, recordó la anciana que había salvado, el sello que se rompió, Mei Ling, Feng Wu, y su juramento.

—Estoy listo —dijo con voz firme, aunque temblaba por dentro.

La Lucha Interior

El fuego carmesí comenzó a envolverlo, y Luo sintió cómo una fuerza oscura intentaba penetrar su espíritu, un miedo ancestral que susurraba que todo poder tiene un precio.

Pero también vio una luz, una flor de loto que emergía entre las llamas, brillante y pura.

Con un grito que rompió el silencio, Luo se levantó dentro de ese mundo etéreo y extendió la mano hacia la flor.

—Este es mi camino —declaró.

El loto se abrió, y una ola de energía pura lo envolvió.

Regreso a la Realidad, pero No para Descansar

Cuando Luo abrió los ojos, Mei Ling y Feng Wu estaban a su lado, con expresiones de alivio.

—Lo lograste —dijo Mei Ling.

—Pero esto es solo el comienzo —advirtió Feng Wu—. El camino que tienes por delante es más oscuro y peligroso que cualquier cosa que hayas enfrentado.

Luo asintió, sintiendo el poder fluir dentro de él, pero también el peso de la responsabilidad.

El Retorno de Han Rui

Justo cuando pensaban en descansar, una notificación urgente llegó a su dispositivo: Han Rui había lanzado un ataque masivo contra uno de los centros de qi más importantes de la ciudad, poniendo en riesgo la vida de miles de inocentes.

—No hay tiempo que perder —dijo Luo, poniéndose de pie.

—Esta vez, no solo pelearemos por nosotros —añadió Mei Ling—. Pelearemos por todo lo que amamos.

El Ataque Final

La ciudad vibraba con un caos indescriptible. Luo, Mei Ling y Feng Wu llegaron justo cuando las fuerzas de Han Rui comenzaban a quebrar las defensas espirituales.

Luo desplegó el poder del Camino Carmesí, sus manos rodeadas de un fuego que quemaba el qi corrompido, mientras Mei Ling lanzaba ráfagas de energía elemental que destrozaban los drones y mercenarios.

Feng Wu, con movimientos precisos y calculados, controlaba las líneas de energía para evitar que el daño se extendiera.

El Duelo en el Corazón del Caos

Finalmente, Luo y Han Rui se encontraron en el centro de la batalla. Ambos con cuerpos marcados por la energía y la batalla, mirándose como dos titanes dispuestos a quebrar el mundo.

—Esta es la última vez, Luo —dijo Han Rui—. O uno de nosotros caerá.

—No será hoy —respondió Luo, con el corazón latiendo con fuerza.

El choque fue brutal, una danza de fuego y sombras, poder y voluntad. Cada golpe resonaba en el alma de la ciudad.