capítulo 1 : nuevos comienzos

El sonido de las olas rompiendo contra las rocas llenaba el aire con un murmullo constante, como si el mar mismo susurrara secretos a la brisa. Me detuve en el umbral de la puerta, inhalando profundamente el aroma salado que impregnaba el ambiente. Era una mañana fresca y soleada, y aunque el paisaje era hermoso, mi corazón estaba agitado. Había llegado al pequeño pueblo costero de San Marín solo dos días atrás, y aunque mi madre parecía estar encantada con el cambio, yo aún me sentía como un pez fuera del agua.

—¿Valeria? —llamó mi madre desde la cocina—. ¿Puedes ayudarme con las cajas?

Con un suspiro resignado, me adentré en la casa que ahora sería nuestro hogar. Las paredes estaban pintadas de un suave color azul, y las ventanas ofrecían vistas panorámicas del océano. A pesar de su belleza, la casa tenía un aire de abandono; las cortinas estaban descoloridas por el sol y el suelo crujía bajo mis pies. Me pregunté cuántas historias habían tenido lugar entre esas paredes antes de que llegáramos.

—Aquí están las últimas cajas —dijo mi madre, sonriendo con entusiasmo mientras abría una caja llena de utensilios de cocina—. ¡No puedo esperar para preparar una cena familiar!

Forcé una sonrisa. Mi madre siempre había sido la optimista del dúo, pero no podía evitar sentir una punzada de nostalgia por mi antigua vida en la ciudad. La bulliciosa metrópoli, con sus luces brillantes y su ritmo frenético, era todo lo que había conocido. En cambio, San Marín era un lugar donde el tiempo parecía haberse detenido, donde los habitantes parecían conocerse todos y la vida transcurría a un ritmo más pausado.

Mientras ayudaba a desempacar, mi mente vagaba hacia el primer día de clases que se avecinaba. Sabía que tendría que presentarme ante un grupo de desconocidos en un ambiente totalmente nuevo. La idea me provocaba un nudo en el estómago. Me preguntaba si encajaría en ese pueblo donde todos parecían haber crecido juntos.

—Valeria, ¿puedes traerme el cuchillo de cocina? —pidió mi madre desde la mesa.

—Claro —respondí, buscando entre las cajas hasta encontrar lo que necesitaba. En ese momento, algo llamó mi atención: un viejo diario escondido entre algunos libros polvorientos. Curiosa, lo saqué y lo abrí con cuidado. Las páginas estaban amarillentas y llenas de garabatos en una caligrafía elegante pero temblorosa.

—¿Qué tienes ahí? —preguntó mi madre al notar mi interés.

—Un diario antiguo —respondí, hojeando las páginas—. Parece de alguien que vivió aquí hace mucho tiempo.

Mi madre se acercó y echó un vistazo. —Podría ser interesante leerlo. Quizás nos cuente algo sobre la historia del pueblo.

Asentí, pero no pude evitar sentir una extraña conexión con el diario. Las palabras parecían cobrar vida mientras leía fragmentos sobre amores perdidos y misterios en la playa. Una sensación inexplicable de intriga me envolvió.

—Vamos a guardarlo para más tarde —sugirió mi madre—. Ahora necesitamos terminar con esto antes de que oscurezca.

Con un último vistazo al diario, lo coloqué en una caja y continuamos trabajando. La tarde pasó rápidamente entre risas y recuerdos compartidos, pero cuando la noche cayó sobre San Marín, una sensación de inquietud comenzó a apoderarse de mí.

Esa noche, después de cenar y ayudar a mi madre a limpiar, decidí salir a dar un paseo por la playa. La luna llena iluminaba el camino con su luz plateada, creando sombras danzantes sobre la arena. El sonido del mar era hipnótico, y cada ola parecía contar una historia olvidada.

Mientras caminaba, noté algo inusual: una figura oscura se destacaba contra la luz de la luna. Me detuve en seco, el corazón latiéndome con fuerza en el pecho. La figura estaba de espaldas a mí, mirando hacia el océano. Sentí una mezcla de miedo y curiosidad.

—¿Hola? —llamé, pero mi voz se perdió en el viento.La figura giró lentamente, revelando un rostro joven y atractivo: era Lucas, un chico del pueblo que había visto brevemente durante nuestra mudanza. Tenía ojos oscuros y profundos que reflejaban la luz de la luna como si contuvieran secretos propios.

—No quise asustarte —dijo él, sonriendo con amabilidad—. Solo estaba disfrutando del mar.

Sentí que se me aceleraba el pulso. —No te preocupes, me sorprendiste un poco —respondí, intentando mantener la calma.

—Es fácil perderse en la belleza del lugar —dijo Lucas, mirando hacia el horizonte—. Este pueblo tiene una forma especial de atraparte.

Asentí, sintiendo que había algo más en sus palabras. —Sí… he estado escuchando historias sobre San Marín. Algunas son… intrigantes.

Lucas se volvió hacia mí, su expresión cambiando ligeramente. —¿Intrigantes? ¿Como cuáles?

Dudé por un momento antes de compartir lo que había leído en el diario. A medida que hablaba, él escuchaba atentamente, sus ojos brillando con interés.

—Ese diario tiene mucha historia —dijo él al finalizar—. Hay leyendas sobre un amor trágico que ocurrió aquí hace años. Algunos dicen que todavía puedes sentir su presencia en las noches de luna llena.

Fruncí el ceño, sintiendo un escalofrío recorrerme la espalda. —¿De verdad? Eso suena… aterrador.

—No hay nada que temer si no le temes a los fantasmas —dijo Lucas con una sonrisa traviesa—. Pero sí hay algo de verdad en ello. Este pueblo tiene sus secretos, y algunos están mejor dejados en el pasado.

La conversación fluyó con naturalidad mientras caminábamos juntos por la playa bajo la luz plateada de la luna. Con cada palabra intercambiada, sentía una conexión creciente con Lucas; era como si compartiéramos un vínculo inexplicable que iba más allá de lo superficial.

Sin embargo, mientras disfrutábamos del momento, una sombra oscura pareció moverse entre las olas, captando mi atención por un instante. Me volví hacia Lucas para mencionarlo, pero él ya estaba mirando hacia el mar con una expresión seria.

—A veces las cosas no son lo que parecen —dijo él en voz baja—. Ten cuidado con lo que deseas saber sobre este lugar.

Su advertencia resonó en mi mente mientras continuábamos caminando juntos bajo la luna llena, sin saber que los secretos del pueblo estaban a punto de entrelazarse con nuestras vidas de maneras inesperadas y peligrosas.